Cambiar el negro del carbón por el naranja del intelecto

Cambiar el negro del carbón por el naranja del intelecto

El fortalecimiento de la economía creativa puede ser una alternativa para el crecimiento económico de La Guajira

Por: Jose Manuel Moscote "Chema"
septiembre 17, 2018
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Cambiar el negro del carbón por el naranja del intelecto
Foto: Flickr Policía Nacional de los colombianos - CC BY-SA 2.0

En campaña el entonces candidato presidencial, hoy presidente, habló de la creación de oportunidades de riqueza a través del establecimiento de nuevas estrategias de fomento empresarial. Este discurso caló en La Guajira, nuestro departamento.

Aunque no lo reconocemos nuestra península se encuentra estancada en el mito actual —que circula entre gran parte de sus habitantes y líderes— de que los talentos, la productividad y el emprendimiento deben estar girando alrededor del gas natural, el petróleo, el carbón y otros recursos no renovables que se encuentran en nuestro bendecido territorio, pues ya el negocio está hecho.

Dicha ideología hay que erradicarla y en su reemplazo es necesario detonar las potencialidades inmersas en nuestro recurso humano, el cual gracias a la divinidad celestial vino dotado de excelsa creatividad, talento, imaginación, destreza y compromiso.

Enhorabuena se empieza a hablar en el país de economía naranja, lo que no es otra cosa que la economía creativa que tiene como base la interacción entre la economía, la creatividad y la cultura, pues comprende los sectores en los que el valor de los bienes y servicios se fundamenta en la propiedad intelectual. En eso somos expertos en la Guajira, pues es innegable la variada, exclusiva y atrayente oferta cultural que fluye en cada uno de los 15 municipios. Sin embargo, hoy sus protagonistas carecen de una visión empresarial de su pasión.

Es algo así como bajar al músico, pintor o artesano del camión que conduce transportando carbón en las minas para lograr el sustento de su familia, y darle las herramientas adecuadas para masificar su talento trabajando el arte que apasionadamente desarrolla. No menos descabellado es crear más centros artesanales y de comercialización de artesanías wayúu que charcas de sal. El objetivo primordial debe centrarse en estimular en los niños, jóvenes y adultos el interés por las artes visuales y escénicas, artesanías, cine, literatura, música y moda. Lo anterior con el fin de que el desarrollo de estas se convierta en la fuente principal de los ingresos familiares.

Apela mi mente a la respuesta que el artista universal Miguel Ángel (Michelangelo Buonarroti 1475-1564) dio cuando le preguntaron ¿cómo haces para crear tanta belleza en tus esculturas? Sabiamente respondió: no soy yo quien la crea, la escultura ya está presente, escondida dentro del bloque de piedra; mi único trabajo es quitar lo que sobra. Es por ello que la tarea de la administración pública departamental debe centrarse en la creación de políticas públicas que incentiven el sector, fortalezcan programas de emprendimiento y competitividad, pues actualmente los recursos que se disponen para el sector se perciben como gasto y no como inversión.

Un excelente ejemplo es la empresa familiar creada en la junta corregimiento del municipio de San Juan del Cesar, en cuanto a la figura del cantautor vallenato Diomedes Díaz. La oferta cultural cuenta con casa-museo, visita a sitios turísticos y venta de souvenirs.

Otro caso excepcional se ubica en la Villa de San Agustín, donde el profesor David Hernández y su familia abrieron al público la casa-museo La Provinciana, donde se pueden conocer e identificar los elementos culturales y cotidianos de Fonseca desde principios del siglo pasado.

De igual modo, en ese mismo municipio encontramos el Museo Histórico de Fonseca, donde se encuentran piezas únicas del folclor y de los aconteceres del folclor local, y de la misma manera en varias comunidades indígenas de Uribia y Manaure se empieza a desarrollar el etnoturismo, con una oferta atractiva para mostrar al mundo la cultura ancestral wayúu en las rancherías —dejando ver su vida cotidiana y su cosmovisión—.

Por último, y no menos importante, destaca la realización de eventos culturales como el Festival de Francisco El Hombre, Festival del Bolero, Festival de La Pajará, Hay Festival, entre otros eventos en Riohacha, la capital, convirtiéndola en la Nueva Orleans del caribe colombiano, teniendo estos eventos como el motor económico en el que se basa la industria turística de la ciudad.

La Guajira tiene tanto que mostrar —sus exuberantes paisajes, su historia, su patrimonio cultural, su gastronomía y la calidez de sus habitantes— y por esa y muchas más razones podemos decir que el futuro está en nuestras manos. Esta es la ocasión precisa para empezar a mirar las nuevas alternativas de generación de ingresos y la economía naranja es probablemente nuestro mejor norte.

Terminando de escribir este artículo, leí en Twitter el anuncio del presidente Iván Duque respecto a la puesta en marcha del programa Reactiva Colombia a través de Findeter. En su explicación manifiesta que se impulsarán créditos para reactivar la economía con los gobiernos regionales, departamentales y municipales, así mismo que el tope inicial del programa es de 1,2 billones de pesos distribuidos así: “500.000 pesos para hacer para infraestructura cultural y social, 350.000 para infraestructura de agua y de saneamiento, y 350.000 para el desarrollo de sostenibilidad energética en los territorios”.

Ojalá esta sea la oportunidad de iniciar a convertir esas ideas —manifestaciones artísticas e invenciones que aún duermen en muchas mentes guajiras— en empresas. Por eso los gobiernos regionales y locales deben apoyar las iniciativas de la comunidad, robustecer las estructuras de las Secretarías de Cultura en materia de formulación y evaluación de proyectos, y los espacios de formación en emprendimiento y competitividad. Esta es la gran oportunidad para avanzar: cambiando el negro del carbón por el naranja del intelecto.

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