Solo me pregunto hasta donde debo llegar para saber la verdad. Acaso mi destino es la tranquilidad de pagar las cuentas y las cuotas del banco, ignorando que me estoy asfixiando porque todo sube y cada vez se me hace más difícil llegar a fin de mes. El salario no me alcanza y le he tenido que salir al rebusque, mi motor, como el de muchos son mis hijos.
Hace poco cuando estuve en la Universidad pensé encontrar la verdad, es real que el conocimiento te libera, logré deshacerme de algunas cadenas, algunas vendas, mi virginidad, hasta pensé que había despertado. En este espacio lo intente absorber todo, soy la segunda persona de todo mi árbol genealógico que pudo ir a la U, sentía esa responsabilidad en el alma. Pero si algo me hacía vivir fuerte era esa sensación de querer hacer algo por mi patria, durante esa época conocí los cinturones de miseria de mi ciudad, una verdad que se quiere ocultar todos los días. Si, hablo de esos niños que viven la miseria absoluta y que los noticieros muestran como ejemplo de superación.
Recuerdo que no podía concebir que en un país tan exuberante y rico en recursos naturales existiera la pobreza absoluta, familias en invasiones, familias en total abandono por parte del estado. Poco a poco yo también los abandoné, los volví invisibles, solo me importó salirme del barrio y conseguirme un marido que le gustara trabajar, construir algo juntos, lo quería todo.
Años después ahora que las urgencias ocultan lo importante, me pregunto ¿será que estoy viviendo la verdad? Entonces, quizás, entiendo a Borges cuando habla de un mundo en el que “La base de la geometría visual es la superficie, no el punto. Esta geometría desconoce las paralelas y declara que el hombre que se desplaza modifica las formas que lo circundan” ¿Acaso soy yo quien modifica lo que me circunda o es otro el que modifica y yo solo soy parte de la superficie?
En Colombia, surgen ciudadanos cuyos discursos están intentando modificar la realidad que los circunda, pero si ese discurso no está alineado con el discurso del hombre más importante del país entonces son asesinados. Las personas que con sus palabras quieren transformar son perfiladas y asesinadas. Esto yo no me atrevo a denunciarlo, otros lo hacen, por ejemplo: El diario europeo El País en su editorial del 27 de mayo de 2020, Violencia en Colombia, apunta: “El asesinato de líderes sociales, es decir, dirigentes comunitarios, sindicalistas, campesinos, indígenas y defensores de los derechos humanos, se ha convertido en una constante. (…) Colombia es el país de América Latina en el que más se cometen estos crímenes. A pesar de ello, los responsables políticos se niegan a reconocer que se trate de un fenómeno que forma parte ya del propio sistema.” Esta denuncia desde el exterior, que no soy capaz de hacer internamente, me permite entender que yo solo soy parte de la superficie, o como dice Pink Floyd, otro ladrillo en la pared.
Volvamos entonces al hombre cuyo discurso es la verdad, el hombre que al desplazarse modifica las formas que lo circundan: Iván Duque. Aquel que dice que Nicolas Maduro esta usurpando el poder en Venezuela, pero desconoce que el esta en el poder gracias a la ideología del miedo, a una campaña electoral de la mano del narcotráfico y la corrupción de Odebrecht o simplemente, para no ir tan lejos, está en el poder con el mérito de otro. ¿De qué talante me hablas viejo? Decir que el Futuro es de todos es cruel cuando pura ideología rancia forma su gabinete ministerial, Claudia Blum, la ministra de relaciones exteriores se llena la boca diciendo que la prioridad en la política exterior de Colombia es sacar a Maduro del poder, un “cambio radical” el que representa esta señora cuando la prioridad en este momento es la vida, la respuesta Latinoamericana frente al COVID-19, la necesidad de un modelo de desarrollo social y económico que nos prepare para la próxima pandemia, o que decir de Carlos Holmes cuando dice que los militares norteamericanos vienen a “asesorarnos” y que no tiene ni idea de las “chuzadas” del ejército Colombiano o que tal la visión de Alberto Carrasquilla, la astucia de Alicia Arango, etc. Cada uno con sus perlas son los que “trazan” el futuro de esta nación. Una verdadera minoría dominando las masas.
Yo estoy en mi cuento, tratando de sobrevivir, llevando el día a día, lo único que puedo hacer por mi país es votar de manera consciente en las próximas elecciones y espero que otros sueñen con un estado de bienestar para mí familia. La historia que se ignora se repite y si no se analizan con ideologías frescas las causas estructurales que acrecientan la misera en Colombia y simplemente nos dedicamos a atacar al vecino es vez de ser solidarios, la paz que todos queremos no llegara.