El paro de transportadores que dejó bloqueada ayer 19 de marzo a Santiago de Cali es solo la punta del iceberg de lo que sufre esta ciudad, y en general, el Valle del Cauca.
Si hay que darle palo a alguien será primero a los caleños, a una mayoría indolente, egoísta, poco solidaria y sin educación que va por la ciudad botando basura en la calle para luego quejarse de las inundaciones cuando llueve y que “protesta” porque las cosas están mal en la ciudad haciendo daños a la infraestructura que se construye y mantiene con impuestos. Sumando los infiltrados que sin razón o justificación, simplemente salen a cometer actos de vandalismo quemando buses y dañando estaciones.
Esa mayoría caleña que no cede el puesto en el MÍO, que coloca música a todo volumen borrachos y haciendo disparos al aire, esos que conducen a las 8 de la mañana con una cerveza en la mano, esos que ponen sus intereses primero en vez de los intereses comunes, son los que han llevado a que la ciudad se encuentre en situación tan precaria.
Sin embargo, la falta de gobernantes que tiene Cali no hace que las cosas mejoren. El alcalde Guerrero parece que se montara en el avión perdido de Malasia cada vez que se le pregunta por algún plan de acción contundente para resolver a corto, mediano y largo plazo, los temas de ciudad. Con el bloqueo de ayer, resolvió que se debía usar la fuerza ante los manifestantes, en vez que hacer presencia frente a los transportadores y llegar a una solución por la vía del dialogo. Todo termino en un muerto, varios heridos, buses quemados, estaciones del MÍO dañadas y toda la ciudad aterrorizada. Parte de la responsabilidad por esos desmanes que algunos protestantes y vándalos sin oficio cometieron, fue por la pésima respuesta que la Alcaldía le dio al problema.
Pero Guerrero puede seguir encerrado todo el día en el comando de la policía dando “ordenes” y mirando toda la situación a través de las cámaras de seguridad, que de seguridad han brindado muy poco porque el robo y el sicariato se está comiendo a la ciudad.
Hoy Cali amaneció militarizada, con un transporte público totalmente ineficiente que nadie defiende, pues el monopolio le ha costado dinero, movilidad y tiempo a la capital del Valle, pero sobre todo, hoy Cali amaneció con miedo. Miedo de salir a la calle, miedo de enviar a sus hijos al colegio, miedo de montarse en un MÍO, miedo de terminar muerto por un celular, miedo de que un policía con un chaleco al revés te golpee, miedo de órdenes de desalojo en las universidades.
Desde hace mucho rato que CaliDA Miedo. Los ciudadanos tenemos que cambiar de actitud y empezar a sentir amor y dolor por la ciudad. Cuando eso pase, habrá buenos gobernantes.
@Juan_Periodista