En su amplia y consistente reflexión el sociólogo alemán Ulrich Beck (1944-2015) planteó un importante enfoque, asociado con su sugerente idea de la sociedad contemporánea como la sociedad del riesgo, en el que aboca el tema de las gobernabilidades de los actuales estados e instituciones políticas.
Beck se pregunta si los grandes problemas que han ido surgiendo con las profundas transformaciones económicas (depresiones y quiebras), científicas (inteligencia artificial, computación cuántica, biología sintética), tecnológicas (5G), sanitarias (COVID-19) y ecológicas (cambio climático) en curso pueden ser gestionados adecuadamente con los viejos instrumentos creados por el modelo liberal clásico (partidos políticos, división de poderes, sistemas electorales, papel de los medios y regulaciones de todo orden).
Su conclusión es que tales instrumentos no son suficientes y la complejidad de nuestras sociedades plantea el desafío de diseñar nuevos aparatos de gobierno y de administración más complejos.
Creo que lo que presenciamos a nivel global con el caótico manejo del coronavirus por Trump, Bolsonaro, López Obrador, Piñera (Chile), Vizcarra (Perú) y Duque le están dando la razón al reputado sociólogo alemán.
Lo de acá es asombroso. Supuestamente las dos Emergencias decretadas desde marzo y la avalancha de decretos expedidos tenían como objetivo impedir la propagación del virus, pero el resultado ha sido todo lo contrario. Vamos para una tasa de 500 muertos diarios en los próximos meses según Semana.
Bogotá, Barranquilla y Cali asustan por la tendencia que ofrece la peste. Los alcaldes han sido desbordados en el manejo del COVID-19.
Me refiero al caso de Cali, ciudad en la que el alcalde verde Jorge Iván Ospina parece estar demostrando falta de idoneidad en la gestión de la pandemia.
Lo del día sin IVA fue fatal. Para congraciarse con Duque y el uribismo, Ospina madrugó a proclamar la nefasta y mercantilista jornada incluido el himno nacional, para a las seis horas tener que ordenar el cierre de una de las grandes superficies, completamente desbordadas por la locura consumista de electrodomésticos.
Con anterioridad Ospina excluyó al secretario de Educación al ser superados por la mala organización del PAE y en pleno ataque del coronavirus se instalaron los escándalos por corrupción en la compra de los mercados, en el transporte de los mismos y en el traslado de los venezolanos a Cúcuta, contratos donde presuntamente se adulteraron los precios según las denuncias hechas por el concejal Tamayo.
El manejo de las invasiones de familias sin techo en Siloé y la zona aledaña al río Pance ha sido a punta de Esmad y atropellos.
La concertación y el diálogo han brillado por su ausencia.
La cárcel de Villahermosa está completamente contaminada del virus como la de Villavicencio.
El cierre de Santa Helena, emblemática plaza de mercado, ha derivado en caos.
Para completar, el fiscal Barbosa ha señalado que las comunas 11, 12, 13, 14 y 21 arden bajo el imperio de las pandillas y bandas criminales que no dan tregua a los barrios.
La inseguridad se disparó y la violencia impone su ley anárquica y disolvente.
La única novedad institucional de Ospina ha consistido en la creación de una policía (Cazacovid) sanitaria completamente ineficaz porque la población más pobre no resiste una cuarentena que la acorrala con hambre.
Se salió de madre la capital del Valle del Cauca.