Cali empieza el año con viejas crisis
Opinión

Cali empieza el año con viejas crisis

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febrero 07, 2014
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“La inseguridad que amenazaba por igual la vida de todos los hombres acabó por unirlos en una sociedad que prohibió al individuo atentar contra sus semejantes”, Sigmund Freud, El malestar en la cultura.

La conocen como ‘la sucursal del cielo’, ‘la capital mundial de la salsa’, pero más allá de los eslóganes emotivos que se le diseñen y de los que la gente se apropie, hay que ver lo que es y lo que hay: una ciudad movida, en general, por el desinteresado o el desmemoriado que, con eventos como estos, pretende canalizar su angustia y su estrés de vivir el día a día violento en una ciudad que pretende evolucionar de prisa y sin tener en cuenta las realidades de su ciudadanía.

Durante el primer semestre del 2013 se registró un aumento del 16% en homicidios. Las comunas donde se ocasionaron las muertes, se presentan con más detalle en esta infografía completa de El País de Cali, donde se muestran las fechas y las zonas en comparación con el 2012.

El 29 de octubre de 2013 el secretario de Gobierno de Cali, Carlos José Holguín, informó que los índices de violencia habían aumentado en 12% en relación con el 2012. Hasta esa fecha, 2001 personas habían fallecido. En el 2004, los asesinatos superaban las 2.000 muertes anuales, y los números siguen en aumento. En un reporte periodístico del portal Business Insider del 27 de noviembre de 2013,  aparecen las 25 ciudades más violentas del mundo, entre las cuales, la séptima es Santiago de Cali, con 79,27 muertes  por cada 100.000 habitantes (ver informe).

Aunque los datos muestran una cifra mortal pequeña en comparación con la cantidad de personas, lo que nos interesa es que no haya homicidio alguno. En los primeros días de enero de 2014, Cali es considerada por segundo año consecutivo, como la segunda ciudad más peligrosa del país; el número total de crímenes el año pasado fue 1.859. Es decir, aumentaron en 103 las personas asesinadas en menos de dos meses, sin contar el indescriptible sentimiento de inseguridad y vacío de los familiares afectados por los hechos.

Mientras que hay miseria y pobreza en Colombia, debido a la lucha contra los distintos tipos de violencia donde intervienen las drogas; pareciera que Estados Unidos se favoreciera estratégicamente por sus políticas hipócritas impuestas al resto del mundo. Esto es, porque debido a su división por estados, la autonomía legislativa en cada zona hace que, por ejemplo, el consumo de drogas sea aceptado en unos lugares y en otros no, lo que expone contradicción cuando en cabeza de su presidente apoya y combate la lucha de sustancias alucinógenas en Colombia. Este hecho se pone en evidencia con la reciente legalización del consumo de marihuana para uso recreativo en los estados de Colorado y Washington (Ver noticia).

Según un análisis de la profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Massachusetts, Angélica Durán Martínez, “Los homicidios en Cali no han causado la alarma que deberían, en gran parte, porque se trata de una violencia poco visible”, y esto es contradictorio, por ejemplo, en los casos de personas descuartizadas, algunas veces, policías. Estas noticias no salen generalmente en los medios reconocidos, y aquellos medios denominados “amarillistas”, como Q’hubo, son los que finalmente, y pese a todo, registran esta realidad. El silencio es preocupante ante la noticia de los médicos que llaman a las familias de los asesinados para decirles que vayan a reconocer qué parte de cuál cuerpo corresponde a la de su familiar, como pasa con los cadáveres que ingresan al Hospital Universitario del Valle (HUV) en la sección de Medicina Legal.

Entre el 31 de diciembre de 2013 y el 1 de enero de 2014, de los 60 heridos ingresados al HUV, solo tres fueron de personas lastimadas por uso de pólvora, otro factor no menos importante y urgente para solucionar (ver reporte). Al 2 de enero, el número de afectados ya había llegado a 135. Las características mafiosas de las bandas o grupos que venden la pólvora, lucra a cerca de 25.000 familias que viven de ese negocio en todo el país (ver información). Si entendiéramos que un año que se acaba es simplemente un momento, y que celebrar con el fuego del espíritu el día a día, y disfrutarlo, es mucho más sano y eficaz que quemar el artificial como un espectáculo mafioso y grandilocuente, podríamos ahorrarnos muchos problemas.

Es tan preocupante la violencia y la corrupción, que  ya se habla del ‘Carrusel de las armas’ (ver noticia). La Fiscalía adelanta un proceso de investigación en la Tercera Brigada del Ejército en Cali, donde a la fecha, de las mil armas registradas, se han perdido la mitad. El total de armas a revisar, es de 16.000, y se teme que en una ciudad golpeada por distintos tipos de violencia, los muertos sean más y la inseguridad crezca, fortaleciendo así el temor cíclico de que para tener seguridad, como en el país hipócrita por excelencia, Estados Unidos, haya que tener siempre un arma en el bolsillo.

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