Septiembre en Cali es del deleite en las letras por el festival de literatura Oiga, mire, lea, que este año llegó a su quinta versión, donde la Biblioteca Departamental bajo la dirección de María Fernanda Penilla es el epicentro que recoge a escritores, lectores, críticos e interesados en conocer sobre historias, novelas, biografías, poesía. En fin, sobre ese mundo que se ha construido alrededor de las letras.
El festival, coordinado por Catalina Villa, logró llenar todos los días los auditorios, salones y plazoleta principal de la biblioteca, con los conversatorios programados.
Es una fiesta que se ha creado en la ciudad de la salsa alrededor de los libros, del buen conversatorio, de la profundización de las historias que los escritores narran en sus diferentes publicaciones. También es una manera de confraternizar e invitar a la tolerancia, a la vida, al cultivo del Ser.
Este año estuvo Manuel Vila (España), Andrés Neuman (Argentina), entre otros escritores internacionales, quienes deleitaron con su sapiencia y precisa manera de escribir. Y de los nuestros la poesía estuvo representada por Darío Jaramillo Agudelo (premio MinCultura de poesía 2017), Piedad Bonnet, William Ospina y ese narrador extraordinario que aborda con sapiencia el cuento, la opinión, la conversación, como es el palmirano Julio César Londoño, entre otros colombianos que estuvieron en la agenda.
El Oiga, mire, lea es una demostración que Cali tiene público para la cultura, que está ávida de buena programación cultural, y que acude de manera masiva a estos eventos que tienen categoría internacional; en la medida que se consolidan con el transcurso de los años, va formando públicos.
Una de las novedades que trajo esta fiesta de las palabras fue el lanzamiento del fondo de autores vallecaucanos que la Gobernación del Valle del Cauca a través de la Secretaría de Cultura, donde incluye autores de gran talla como Gustavo Álvarez Gardeazábal con su ya insuperable novela Cóndores no entierran todos los días (que será el epitafio del novelista), como también antología de narradoras y cuentistas del Valle del Cauca. En total, siete bellos ejemplares que son un impulso a la conservación de nuestro patrimonio literario. Es un logro de la gobernadora Dilian Francisca Toro y su secretaria de cultura Consuelo Bravo.
La fiesta literaria no para allí. Continúa en octubre con la feria del libro de Cali (FilCa), que coordinada por Juan Felipe Sierra, pone a la ciudad en un sitial importante dentro de las ferias del libro que se hacen en otras capitales de Colombia.
Este año, a partir del 10 y hasta el 20 de octubre se llevará a cabo la Feria del Libro de Cali que, como ya es costumbre, se realizará en el Bulevar del río Cali y en los alrededores del Centro Administrativo Municipal (CAM).
Es otra fiesta de las palabras, de la narrativa, de los lectores, de los compradores y libreros, donde confluyen los estudiantes de todos los niveles de escolaridad, donde los escritores presentan sus novelas y se debate, se cuestiona, se amplía el panorama de ciertas obras a muchos de los asistentes.
La Universidad del Valle viene realizando ediciones especiales para estas ferias del libro y este año trae títulos y colecciones que son de envidiable factura, demostrando que es de las universidades públicas de mayor relevancia, con su escuela de literatura.
El año anterior editó la obra Bulevar del sueño del poeta del pacífico Fabio Arias “Farías”. Este año prepara la reedición de novelas de Gardeazábal, entre ellas El Divino, El Titiritero, Comandante Paraíso, que serán prologadas por docentes de literatura de la Univalle.
De igual forma será novedad editorial la novela póstuma El amanecer de los pájaros de autoría del maestro Jairo Varela, creador del grupo Niche, que tendrá prólogo de Cristina Varela, su hija menor, que lidera el museo que lleva el nombre de su padre, junto a Umberto Valverde.
También, como si esto fuera poco, se reedita la biografía de Jorge Isaacs La búsqueda del paraíso, escrita por el catedrático Fabio Martínez, la cual ya es un ícono en la narrativa Iberoamericana.
Es decir, Cali en el transcurso de dos meses en el año convoca a Colombia entera a leer, a escribir, a interpretar y reinterpretar la realidad desde la literatura, lo que demuestra que la tierra de Andrés Caicedo sigue vigente en las letras.
Se iza Cali y se muestra como ciudad literaria que debe ser sitial obligado de visita o referente al momento de evaluar procesos culturales o de lecturabilidad.
Cali, me atrevo a decir sin temor a equívocos, ha vuelto a tomar su rumbo en las letras y se ha transformado en una ciudad literaria, y ahora que es Distrito Especial Cultural tiene el camino abierto para ampliar su agenda y fortalecer estos dos procesos que llevan pocos años, pero que se han consolidado en el concierto de las letras internacionales, titulando a Cali como ciudad de las letras del Pacífico.