El coronavirus ha golpeado sin contemplación a la ciudad, dejando un alto número de infectados y muertos.
La peste llegó a la ciudad por el aeropuerto con las clases altas viajeras, pero hoy acorrala a los barrios más pobres como El Poblado, El Vergel, Mariano Ramos, Siloé y otros del distrito de Agua Blanca. Además, ahora la Plaza de Mercado Santa Helena es un hervidero de asintomáticos y afectados por el COVID-19
De igual manera, la crisis social y económica asombra. Altas cifras de desempleo, bancarrota de empresas y hambre y miseria de más de 300.000 hogares son el pan de cada día, fuera de los habitantes de la calle que pululan por las principales avenidas.
Así mismo, miles de familias, desesperadas y sin techo, han sido forzadas a invadir lotes de engorde de poderosos terratenientes urbanos y de constructoras que especulan con el negocio inmobiliario.
Y eso no es todo, el déficit de vivienda es altísimo y la calidad de las construcciones en los sectores periféricos es deplorable.
Sin olvidar que en días recientes grupos de destechados se tomaron algunos predios en Siloé y Pance. Por cierto, la respuesta del gobierno "verde" de Jorge Iván Ospina ha sido brutal. Ni las administraciones de derecha han llegado a tanto. Con Esmad, bolillo y gases, el alcalde ha violentado y desconocido el derecho de los caleños a un techo digno.
La acción ha sido tan desproporcionada que llevó a un integrante de la Policía, Ángel Zuñiga, a negarse a desalojar a las familias invasoras de Pance por considerar tal arremetida una violación de los derechos humanos en plena pandemia, gesto que ha propiciado la más amplia solidaridad nacional con dicho intendente.
La estrategia de Ospina no es casual. No obstante que fue elegido como alcalde con un programa positivo, su gestión en estos cinco meses ha sido un desastre.
En materia de desarrollo urbano su apuesta ha sido la denominada ciudad inteligente (smart city), que consiste en implantar un modelo tecnológico de punta desconociendo las realidades sociales de Cali.
Y cuando la ciudadanía reclama un programa que haga efectivo el "derecho a la ciudad", prioritario en la actual coyuntura, Ospina parece favorecer esquemas que fomentan la especulación inmobiliaria, el control del ciudadano y la conformación de una policía del virus (dedicada al atropello y a la vulneración de los derechos cívicos de la población).
En Cali se está gestando un potente movimiento social de viviendistas sin techo orientado a resolver por las vías de la acción directa las necesidades de una vivienda digna para cientos de miles de familias, especialmente de víctimas, que en Cali son casi 400.000.
Nada raro que todo esto salte a una revocatoria del mandato de Ospina en los próximos meses.