Por fin alguien puso el dedo en la llaga. Acierta el nuevo superintendente de Subsidio descubriendo clientelismo, politiqueria y despilfarro de los recursos de los trabajadores destinados al bienestar y la recreación.
Las cajas de compensación familiar, siendo propiedad de los trabajadores, han sido tomadas por el clientelismo politiquero que se practica en cualquier entidad pública. Todo con la complacencia de representantes de las centrales obreras en sus juntas directivas, que también son elegidos por las mismas prácticas y con la complacencia de los gobiernos.
Desde hace años, he venido denunciando el clientelismo de esas cajas más allá de lo señalado por este valiente director. Nadie sabe cómo se contratan sus trabajadores, qué mecanismos de selección utilizan, cómo se seleccionan los contratistas de prestación de servicios, cómo se contratan las empresas intermediarias de trabajadores y servicios, cómo se vinculan sus directivos, etc. Hay un secretismo sospechoso con esos temas.
Muchas cajas, adicionalmente, se han desnaturalizado y son como clubes sociales de los privilegiados que las manejan. Claro, con importantes excepciones. Sin embargo, en términos generales, estas son ruedas sueltas del clientelismo y la corrupción, sin ningún tipo de control. En hora buena la intervención del superintendente. Total apoyo a este valiente funcionario.