Las actividades económicas del Eje Cafetero han sido históricamente el cultivo y la comercialización del café. Las condiciones geográficas del territorio lograron que el producto empezara a expandirse y a establecerse como base social y comercial de la región.
Según ensayos sobre economía regional realizados por el Banco de la República, en las primeras dos décadas del siglo XX el café fue impulsado de manera importante; pero treinta años después, la caficultura atravesó una crisis, revertida en los años setenta por una bonanza. No obstante, a finales de los ochenta hubo un colapso en el sistema de cuotas y a principios de los noventa, cayeron los precios del café.
A partir de esta época, en Montenegro y Circasia (Quindío) se ha evidenciado un cambio en la producción cafetera debido a factores como continuos cambios climáticos, plagas, alza de insumos, variación de los precios y ausencia de apoyo estatal para favorecer la producción cafetera minifundista.
Por eso, quienes se dedicaban a la producción cafetera buscaron otras actividades más rentables. Entonces, se impulsaron el turismo, la diversificación de cultivos como aguacate, plátano, yuca y cítricos, y la ganadería. Aunque hay gente que aún siembra café en pequeña cantidad, según los finqueros este cultivo ya no es próspero.
Para los quindianos, la nueva dinámica agrícola representa un cambio importante en los patrones culturales de la región. Hoy en día, de 50 fincas, 20 tienen aguacate, 20 cultivan plátanos y en 10 hay ganadería.
Mientras sonríe, Héctor González, administrador de un terreno en Montenegro, recuerda las buenas épocas del café, pero a la vez explica por qué decidió abandonarlo y dedicarse a otras prácticas agrícolas.
Relató a Utópicos que “cuando llegó la broca, una plaga muy brava, la gente dejó de sembrar café; dañó aproximadamente un 40 por ciento de los cultivos. Si salían 100 bultos de café, 60 eran buenos y 40 malos. Por esa razón empezamos a sembrar plátano, aguacate, lulo, ahuyama, yuca... ¡se luchó mucho con esa plaga!”
González tiene sembrados tres mil palos de aguacate, distribuidos en aproximadamente 18 hectáreas. Afirma que aunque la producción es muy buena, sale un poco costosa porque se debe abonar y fumigar cada mes.
En una abonada se gasta 3 millones y en la fumigada, que se hace cada veinte días, 2 millones. Manifiesta que “es mucho dinero y por la misma razón a veces hay que subir el precio”. Su mantenimiento debe ser estricto, con mucha dedicación y disciplina.
William Escárraga González lleva 18 años laborando en el campo. Durante su recorrido como campesino ha cultivado habichuela, maíz, tomate y café, entre otros productos. Actualmente cosecha yuca y fríjol en su finca ubicada en Montenegro, en donde desarrolla un manejo especial: se rotura en escala, es decir, primero se cultiva un lote y al pasar 15 ó 20 días se siembra el otro. De esta manera, hay producción constante.
Relata que hace ocho años decidió acabar con el cultivo de café porque ya no era rentable. Afirma que los ingresos no alcanzan para solventar los gastos diarios, “los insumos para trabajar alcanzan un valor más alto que la rentabilidad del producto que se va a llevar al mercado; se puede vivir y suplir las necesidades básicas de una familia colombiana, pero no es un método con el cual se logre una vida de mayor calidad”.
Ganadería, producción rentable
Según Rubilarneido Torres, más conocido como ‘Arneido’, trabajar en el Quindío es muy cómodo, no hay amenaza de grupos al margen de la ley y la vida es tranquila. A los 26 años y después de ser desplazado por la violencia de San José de Apartadó, Antioquia, encontró en el ganado la solución a sus problemas y los de su familia.
Lleva tres años como administrador de la finca de uno de los propietarios de la empresa Iván Botero Gómez. Su patrón no sólo le dio empleo, sino que construyó una casa para él, su esposa y sus tres hijos. La finca ganadera queda en Circasia, está compuesta por 18 cuadras, terreno apto para el sostenimiento de 70 novillos. El engorde es la única actividad económica, no se cultiva ningún producto. “Esta finca no es lechera, pero por aquí ya hay muchas. La gente está vendiendo leche para ganar más plata”, aseguró.
Unas de sus labores es la rotación del ganado, de esta manera los novillos se alimentan correctamente. Arneido diferencia un lote de otro instalando una cinta azul por día, así reconoce en qué terreno hay pasto fresco para trasladar las reses. Su alimentación se complementa con pullinaza (excremento de pollos).
El precio de venta de novillos está entre $3.500 y $4.000 por kilo. Una vez negociado, el comprador se dirige a la finca por el ganado y generalmente su destino es Armenia o Calarcá.
“El ganado está dando más plata que el café, cuando llegué al Quindío empecé a trabajar en cafetales, pero a los días me pasé a trabajar con los novillos”, manifestó Arneido.
Estos pequeños productores luchan día a día vendiendo sus productos a grandes empresas como Comfandi y supermercados La 14 de Cali, pero en las negociaciones suelen llevar las de perder, pues les exigen productos de primera y si alguno llega a tener un tallón o un pequeño golpe, se los devuelven.
Pero la mayoría asegura que es muy complicado trabajar con los almacenes de cadena y que es mejor vender en las plazas para no tener pérdidas, pues se comercian productos de alta, media y baja calidad.
Quindío en datos
- El principal sector productivo es el agrícola, que genera el 26% del empleo.
- El Quindío tiene 3.766 hectáreas de frutales en producción con 21 especies, que representan el 1.7% del área nacional de frutales.
- El total los suelos aptos para frutales en el departamento llega a 66.025 hectáreas que corresponden al 36% del área del departamento, lo cual es un reflejo de la calidad tan reconocida de los suelos del Quindío.
- El Quindío presenta un superávit de 86.7 mil toneladas; es decir, el departamento produce 5.3 veces más de lo que se consume.
- Las 150 hectáreas de aguacates verdes para el mercado nacional se ubican en La Tebaida, Quimbaya y Buenavista.
- La exportación del aguacate Hass encuentra su ruta de salida a través de los puertos de Cartagena, Barranquilla y Santa Marta por el Atlántico, y Buenaventura por el Pacífico.
Por:
Tatiana Ortiz González @tatiana_tog
Catherine Ramírez Calderón @ycrc_