Leí un artículo de la revista Semana en donde cuentan la historia del expresidente de Claro Colombia y su caída en desgracia después de salir de la empresa. Es un poco triste y desgarrador; y al leerlo, sin pensar en nada más que en su infortunio, causa dolor ajeno y no deja uno de sentir lástima por este pobre hombre. Yo, si me dejara llevar del rencor y no anduviera de la mano de Dios, lanzaría tajantemente la siguiente frase: ¡Bien Merecido!
Pero no soy nadie para juzgarlo. Me aferro a la voluntad del Altísimo y pido clemencia para él, cosa que ya se está dando, como lo afirma él mismo en la nueva y austera vida que lleva debido a su fracaso.
Carlos Slim, el dueño de Claro, es el hombre más rico del mundo, y todo su imperio y riqueza lo ha conseguido con su monopolio político económico de la mano de los gobernantes en los países en donde impera la corrupción; y Colombia lidera estos países. Esa es la razón por la cual Carlos Slim nunca ha prosperado con sus negocios en Estados Unidos, donde aún existe algo de democracia, y los políticos todavía no ponen los intereses privados por encima de los derechos de los ciudadanos. Por si no lo sabían, Slim ha pagado millonarias multas en Estados Unidos por tratar de aplicar sus tácticas maquiavélicas monopolistas.
La tecnología 3G, que lideró el expresidente que fracasó y hoy está en la ruina, fue el peor gol que nos pudieron meter en las comunicaciones. Que porquería de servicio. Y por ese proyecto, sumado a otros éxitos de la empresa, siempre abusando de los usuarios en complicidad con gobernantes corruptos de turno, fue que Claro se posicionó como la segunda empresa más poderosa y rentable del País. ¡Claro: clavando a los usuarios!
El servicio de comunicaciones de claro en Colombia es uno de los más caros del mundo, y la mala atención y los atropellos hacia los usuarios son el pan de cada día, liderando el puesto de la empresa más ineficiente del país. Y así seguimos.
Entonces, volviendo al tema inicial, el expresidente de la desgracia se enriqueció, despilfarró, derrochó, llevó una vida desordenada de whisky, perfumes y mujeres en lujosos hoteles (y era casado), gozando de las mieles del éxito que le producía cada día la empresa que dirigía. Y era consciente que mientras ellos se enriquecían, las quejas y el inconformismo por el mal servicio y los atropellos hacia los usuarios aumentaban; pero tranquilos y despreocupados porque ya nos tenían asegurados con contratos y cláusulas que en nada nos favorecían, y no tendríamos más que resignarnos por el mal servicio, seguir pagando costos elevados, amarrados a un estricto contrato y continuar sufriendo el abuso de la poderosa Comcel en ese entonces. Por esto y mucho más es que cualquiera diría, bien merecido.
El presidente actual de Claro Colombia, Juan Carlos Archila, hoy es quien, al igual que su antecesor, goza las mieles del éxito. Y también conoce la arbitrariedad de Claro con sus usuarios. Y también se está enriqueciendo con lo que descarada y excesivamente nos cobran a los colombianos. Y nada hace al respecto para invertir en infraestructura para mejorar la calidad en la señal de voz y datos que constantemente se vive cayendo. Y la 3G que fue la que los inició a alcanzar el éxito, aún no funciona como tal, y el cubrimiento del 90% que argumentan en el territorio nacional se resume a un 30% o menos. O miren las pantallas de sus teléfonos tan pronto salen de los centros urbanos que la señal 3G cambia a E…. Y esa E significa “Espere que haya red”. Es bromeando, la E es la inicial de EDGE, una tecnología pésima y desesperante con la que cuenta Claro en la gran mayoría de la geografía nacional y que sirve para tres cosas.
Y los gobernantes, que en condiciones normales en un país con defensa de los derechos de los ciudadanos ya le hubiesen puesto freno a esta empresa, viven como si nada, porque si a Claro le va bien económicamente, a ellos de alguna forma los beneficia. Y en eso es que es experto Carlos Slim, de lo contrario para él no sería negocio. El expresidente de claro, el de la desgracia, hablaba con el presidente de Colombia sin necesidad de cita; me imagino que el actual hace lo mismo.
Ojalá en unos años de este señor no estemos leyendo un artículo de desgracia como el de su excompañero.
