Cada quien opina

Cada quien opina

Por: Farit Alberto Chamat García
febrero 08, 2015
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Cada quien opina

Esta nota es a propósito de una caricatura publicada en el diario La Crónica del Quindío el pasado 30 de enero, en la que a todas luces se hace alusión a una de las múltiples y dolorosas situaciones psicosociales que sin contemplaciones de ninguna índole vienen aquejando desde remotos años a todos los colombianos.

En los corrientes días ya no se pueden hacer diferencias de tipo regional, social, religioso, ideológico o educativo, pues ha llegado a tal punto la problemática que aflora en todas partes del territorio patrio tanto, que es ya casi imposible que transcurran dos o tres días sin que el país esté desbordado de reiterativas noticias o titulares de prensa magnificados, simplificados, modificados o mimetizados por los múltiples medios de comunicación, dependiendo de los específicos y particulares intereses que alberguen en su función orientadora de la, muchas veces manipulable, opinión pública.

No deja de llamar la atención, en un mundo tan convulsionado por una marcada y creciente intolerancia en todas las esferas y desde todos los puntos de vista, que quienes estarían llamados a generar cambios conductuales en la sociedad, sean los que por el contrario, se ensañen en provocar reacciones que sobrepasan sus imaginaciones. De allí, el cauteloso raciocinio que debe primar en quienes se lazan a opinar sobre lo divino y lo humano en las diferentes formas de comunicación que abundan por doquier.

Múltiples son las interpretaciones que puede generar un mensaje, dependiendo de factores tan disímiles, que cualquier cosa puede esperar un emisor que a la topa tolondra va lanzando apreciaciones que desbordan los límites del receptor, quien, inundado de informaciones controversiales no sabe a ciencia cierta a qué atenerse quedando en un limbo que lo convierte en campo de cultivo para cualquier manipulador de opinión que desee hacer de las suyas.

Dado el hecho de que cada quien puede opinar, poco o nada ayuda en el avance social de aquí o allá, esquematizar la lastimosa situación generada por las tal llamadas ¨casas de pique¨, representándolas con un cuerpo desmembrado y con un texto de ¨Bienvenido a Buenaventura¨. Por otra parte, es indiscutible la aplaudida y reconocida ingeniosidad de la que hacen gala muchos caricaturistas para plasmar en unos cuantos trazos una realidad social atravesada por infinidad de endemias a las que lo ideal sería ponerles coto y erradicarlas desde hoy y para siempre, pero para alcanzar esto, buena falta hace una gran dosis de equilibrio y ponderación en el uso de la, por todos defendida, libertad de expresión.

Como colofón, bien pudiera decirse, que a pesar del irrenunciable derecho a opinar que a todos cobija, es imperativo que cada quien establezca los límites subyacentes a su capacidad de percepción y posterior interpretación, de tal forma que no se vulneren otros derechos que a cualquiera asisten, los cuales igualmente están consignados en las normas que rigen a la sociedad.

Febrero 6 de 2015 Farit Alberto Chamat García

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