"Aquel horizonte donde nada empieza ni termina"— Armando Orozco Tovar.
En una de las clases del taller de cuento que asistía en otra vida, en los cursos libres de la Universidad Externado, con el difunto Armando Orozco Tovar, él nos contaría que cuando lo invitó el gobierno cubano a un evento en la isla, lo habían de recibir agentes del Estado. Tal vez, era la primera ocasión que viajaba allá. Ya entrados en confianzas, en el vehículo en el que lo transportaban, los tipos le retejaron sobre qué pensaba de Fidel. Él ni corto ni perezoso exclamó: "¡Fidel es un berraco!". De golpe sus anfitriones cambiaron de actitud, alguno lo empujó, otro le gritó. El poeta, con algo de temor, les preguntó si algo andaba mal. Fue cuando ellos le reclamaron de su supuesto insulto al llamar cerdo a su comandante; pese a explicarles, en desagravio, con una carcajada, el malentendido, la tensión nunca bajó, hasta que terminó el viaje.
En estos primeros días del año del verraco, el clima de tensiones posacuerdos de paz no baja. Han acribillado, en una macabra cifra, a casi a un líder social por día, a lo largo y ancho de este país, de más de 431 caídos desde cuando se suscribió el acuerdo de paz. El círculo cada vez se estrecha más, en unas sistemáticas violaciones de los derechos humanos que recuerdan el exterminio de fin del siglo pasado, que acabó con la mayoría de la dirigencia y de la militancia de la UP, de A Luchar, de otros movimientos de oposición, al punto de que, así hubiesen cruzado el umbral del conflicto, con un gesto de Paz, también atacó la mano negra, a muchos de los reinsertados de la insurgencia en los acuerdos de paz de los noventa. Sobrevivientes del conflicto, perecieron en las guerras de la paz. Parece que ahora la historia se repite como una tragedia. Si fuera por estas cabañuelas, el gato caería parado en que este sería un año de más violencia, persecución política y zozobra, en los tiempos en que debería estarse construyendo, entre todos, la paz y la reconciliación.
Sin caer en futurología o en pronósticos de poca certeza, el viernes pasado salieron a las calles miles de personas en las principales ciudades del país, indignados exigiendo la renuncia del Fiscal General, rechazando estos aberrantes hechos de violencia que enlutan al país y a las graves denuncias de corrupción, que enlodarían a este alto funcionario; la gente, anunciando, quizás, un año de movilización y de resistencia social.
Estudiantes marchan desde el Caribe a la capital, pidiendo se les garantice su derecho a la educación y otros convocan a jornadas masivas de protesta. Las fuerzas alternativas convergen en vientos de unidad de acción y agendas políticas concertadas, también de cara a la jornada electoral de mitaca que se avecina. Será un año de disputa del poder local y regional. Un año de equilibrio y de esperanza o de resignación total. La pregunta acá sería: ¿Se podrá hacer política en un clima en que persiguen, atacan y hostigan a los líderes alternativos, desplazan a las víctimas, despojan su tierra, mueren en extrañas circunstancias testigos de graves crímenes, incumplen los acuerdos de paz, y, entre otras combinaciones, aumentan impuestos a los más débiles, para que, tal vez, a su costa, los poderosos de siempre, se enriquezcan mucho más, mientras, al sentirse vencedores, a su provecho, intentarían cambiar la historia ? Les dejo ahí algunas cabañuelas.