—Mirá, ¿como es que te llamás vos?
—María Clara Gracia —le contesté.
—¿Y de qué universidad venís?
—De La Sabana.
—Ah, muy bien. —Se volteó y siguió para su oficina.
Así llegó a mi vida Antonio José Caballero cuando yo apenas comenzaba mis prácticas periodísticas en RCN Radio (1987). Y como todos, porque era muy fácil, porque era transparente, muy pronto lo descubrí alegre, coqueto, dicharachero, churro, bohemio, rumbero, metelón, consagrado a su reportería, chivoso y bravo, ¡porque tenía su temperamento! Pero hasta eso le aceptábamos porque con él uno sabía a qué atenerse. Imagínense que recién contratada en Radiosucesos, mi grabadora se trabó; tenía que transcribir una entrevista urgente, ví pasar a Caballero y le pedí prestada la suya. Era muy raro que accediera, pero lo hizo con mil advertencias; ¡claro!, con ella había registrado entrevistas a personalidades nacionales e internacionales, con ella había chiveado, con ella había superado un atentado que le hicieron al exalcalde Jaime Castro cuando era Ministro de Gobierno y hasta la había llevado al Vaticano; era su tesoro, su niña consentida. Cuando terminé mi trabajo y saqué el casete me di cuenta que se le había roto una de las paticas que sostenían la tapa. No sé en qué momento sucedió, pero me entró un escalofrío y cuando le dije: ¡La explosión! Dejamos de hablarnos unos pocos meses, me fui a trabajar al Noticiero Cinevisión como reportera y él era el presentador; cuando presentaba mis informes decía mi nombre entre los dientes. Nos reconciliamos ese diciembre de 1989 y de vez en cuando nos acordábamos, nos reíamos y brindábamos. Pronto resultamos los dos presentando el noticiero. ¡Cómo te voy a extrañar Antonio!
Me llegan a la cabeza muchas cosas de su trabajo periodístico. Dejó un registro como pocos, por no decir ninguno. Quiero compartirles la entrevista que tuve el honor de hacerle a Antonio José para En Blu Jeans, el programa que dirijo en Blu Radio, sobre la toma del Palacio de Miraflores en Caracas y el regreso al poder de Hugo Chávez a los dos días. Fue el único en el mundo que lo cubrió desde adentro. Su amistad con Chávez fue más allá del mero periodismo. Alguna vez, ya Chávez enfermo de cáncer, vio a Antonio José muy afectado por su diabetes y le ofreció enviarlo en avión privado a Cuba; él no aceptó y regresó a Colombia, de ese nivel era la cercanía entre los dos, lo que no quería decir que necesariamente era ideológica. A través del siguiente enlace escucharán el relato en su propia voz de todo lo que sucedió ese abril de 2002 en Venezuela.
http://www.bluradio.com/3982/estoy-en-la-oficina-de-chavez-le-conto-antonio-jose-caballero-al-mundo
Pero más allá de las chivas estaba el amigo, el hombre. Hablar de Antonio José es también referirse a Toño, a Caballero, y al muy reconocido Terciopelo; y aunque ese apodo se lo ganó por la franqueza y el tono fuerte que tenía para decir las cosas, hoy soy una convencida de que también lo obtuvo por ese maravilloso ser humano que llevaba consigo. Antonio era AMIGO DE SUS AMIGOS; sí, así, ¡con mayúsculas!, amante de la buena comida, las mujeres y el buen vino. De hecho era con la única persona con quien yo almorzaba y entre los dos nos tomábamos una botella de vino. Bueno, yo me tomaba dos copas y él el resto. Los dejo con esta canción emblemática de su gusto por la música cubana; no había fiesta donde al calor de las copas no cantara Despedida, de Daniel Santos.
http://www.youtube.com/watch?v=nxh7gkTGPj8
Ya estás con Juan Harvey y con tu mamá, a quien invocabas tanto en tus momentos difíciles. Con tu partida quedaron atrás mis visitas para llevarte las revistas, los periódicos, el mecato que no te hacía daño, mis abrazos, mis te quiero mucho y mis sobaditas a tu cabeza.
¡Hasta algún día mi Caballerín! Te fuiste sin despedirte… Se nos quedó pendiente el almuerzo…
