Nota Ciudadana
.Publicidad. Cuando escuchó el “¡Ay, dios mío! ¡Ay, dios mío!”, pensó que un carro había desbaratado a alguien; cosa normal en esas calles llenas de escombros, de dudas, de huecos, de basurales, y con muchos desahuciados a orilla de carretera, que divagaban descontrolados arrastrando sus costales rotos por ahí, como troncos siniestrados que iba vomitando […]