O searching for meaning, en inglés. Es algo que hacemos los “millenials” —o todos, tal vez, los que lidiamos con esto de volvernos adultos—.
Y es importante, creo. Es importante que las cosas tengan un sentido, tener un trabajo que signifique algo para nosotros, que sintamos que le sirva a nuestro entorno —una vida “de servicio” dicen algunos— pero en últimas una vida que nos llene. Pero también, a lo mejor, estamos exagerando.
Tal vez suena demasiado hippie decir que el significado habría que buscarlo adentro y no afuera. Tampoco sabría qué quiere decir eso del todo. Lo que quiero decir, más bien, es que de pronto hay que dejar —como otro paso para ser “adulto” — de sentir que todo tiene que tener una razón, un significado, un fin y una meta. O no todo, pero sí algunas cosas. Un paso siguiente, tal vez es aceptar que hay cosas que hacemos por el simple hecho de que nos gustan, por ejemplo. Y ser capaces de hacerlas solo por eso. Sin sentirse culpable de estar dedicándoles tiempo, de que de pronto “no sirven para nada”, de que no tienen mayor significado.
Otro puede ser, que hay cosas que hacemos porque, a pesar de que ni nos gustan mucho, ni tienen mucho significado, hay que hacerlas en ese momento, tal vez porque hay algo detrás que hace que sean necesarias. Y obvio, ojalá lograr hacer algo que nos guste en cambio y que creamos que valga la pena. Pero no caer en la depresión absoluta si no es el caso. No pasa nada, como con los exámenes, no todo lo que hacemos habla directamente de lo que somos y hacer cosas que no son maravillosas siempre no dice que no seamos maravillosos. Para eso están las cosas que hacemos, como arriba, por el mero hecho de que nos gustan.
Se me ocurre que si de lograr esto – tal vez tomarse las cosas un poco más a la ligera – habría menos espacio para ansiedades y cosas por el estilo.