Debido al infortunado desliz que el presidente Iván Duque cometió en las honras fúnebres del exministro de Defensa Carlos Holmes Trujillo, con la ya famosa frase de "así lo querí", se ha producido toda una serie de material digital sobre su error en la conjugación del verbo querer, que incluso llevó a la RAE a hacer las correcciones pertinentes.
Pero más allá de la burla por la burla a un personaje público, algo muy normal en el mundo de las redes sociales, donde cualquier malentendido o error implica un escarnio público por parte de personas, cuentas, páginas y organizaciones que están prestas a sacarle provecho a estos impasses, es de entender que también es la oportunidad de liberar sensaciones, emociones y frustraciones políticas por personas que tal vez no tengan un gran formación política.
Y es que en el campo de las redes sociales, el posicionamiento favorable o no que tenga una personalidad política es ya un asunto de marketing político. Ya no solo es la imagen que da a la hora de una entrevista o un debate televisivo, cómo sale en el pasacalle que se coloca en las avenidas principales de las ciudades, sino que también es su imagen digital: qué trina, qué postea, con quién debate en redes y qué palabras usa.
Ese universo digital, donde muchas de las personas que no pertenecemos a una organización política podemos ejercer una expresión de tinte político, e incluso es posible que la gente que no tiene ni idea de qué es la política realice expresiones de este tipo sin darse cuenta, es sumamente importante para el ejercicio de la política. Incluso, puede llegar a ser un escenario para que el pueblo colombiano se forme en temas de esta índole.
Ahora bien, burlarse de un presidente es una posibilidad democrática que antes de la vida republicana no se podía dar, y negar ese espacio a gente que no está formada políticamente es reprobable. La burla como argumento es inválida, pero no por ello no denota sentires, ni deja de ser una expresión política.
Los problemas del país, las percepciones sobre la gestión del presidente y la incertidumbre de este 2021 terminan aflorando en burlas, comentarios soeces, peleas en grupos de WhatsApp, comentarios de Facebook y eternos intercambios de trinos, que de alguna forma u otra expresan inconformidad o concordancia con el personaje político, en este caso Duque.
Finalmente, creo que es un deber un ciudadano burlarse no solo del contrincante político, sino también del aliado, con respeto obviamente (pese que la burla ya de por sí es irrespetuosa), pues esto puede dar paso a discusiones mucho más argumentativas, entender los diversos puntos de vida y avanzar en la solución pacifica de las problemáticas del país.
Sobre el desliz de Duque, no digo nada, ya que también cometo mis errores y seguramente en algún error gramatical incurrí en este texto. Con eso claro, me preocupan más sus equivocaciones a la hora de la elaboración o implementación de políticas que la cometida en las honras fúnebres de Carlos Holmes.
