Desde que llegó en el 2019 a la presidencia de El Salvador, la mayor obsesión de Nayib Bukele han sido las pandillas. Inició su mandato endureciendo las penas de estos grupos delincuenciales y la supremacía de las Mara Trucha que mandan en el país desde la década del 80 y cuya influencia ha traspasado fronteras llegando hasta Estados Unidos. Las penas de Bukele no conocen de distinción de edad, un joven de 12 años puede pagar hasta 20 años en la cárcel y si, su rango dentro de la pandilla es de jefe máximo, puede pasar 30 años tras las rejas.
Sería en marzo de 2022 cuando Bukele le declaró la guerra a las pandillas, o la que él llama la guerra contra el terrorismo. Según el presidente habrían incumplido el pacto con el gobierno que se respetó durante 2 años y acabó con una estrepitosa semana del terror -entre 22 y el 27 marzo- cuando asesinaron 90 ciudadanos. Desde entonces, empezaron las redadas en las que se encarcelaron 70 mil personas, es decir, el 1 % de la población. A esto se le suma que los homicidios en El Salvador han disminuido desde que Bukele llegó al poder en el 2019. Se pasaron de 103 homicidios por cien mil habitantes en el 2015 a 36 en el 2019 y en el 2022 a 7.8 homicidios por cien mil habitantes.
Las cifras no fueron suficientes para la sacada de pecho del presidente Bukele que tenía una ambición más grande: un proyecto faraónico. Se trata de una mega cárcel llamada Centro de Confinamiento del Terrorismo, la más grande América Latina, donde enviará a 40 mil presuntos pandilleros y que acaba de ser inaugurada. Fue construida en tiempo récord en un terreno de 166 hectáreas en las que se alzaron ocho pabellones rodeados de alambres electrificados de 11 metros de altura y alcanzan 2 kilómetros.