Debatir no es otra cosa que una buena conversación, con argumentos sólidos, cuyo propósito no debe ser la exposición arrogante de conocimientos adquiridos sino la búsqueda de soluciones que ayuden a darle luz a la humanidad. Podemos estar en las antípodas sobre algunos temas, pero no podemos ir por el mundo con nuestras ideas de manera egoísta sin pensar que el fin último del hombre es conectarse con los demás para alcanzar la felicidad, el amor y la prosperidad.
El necio discute y el sabio debate. El necio insulta y el sabio argumenta. El necio siempre “tiene” la razón, el sabio puede reconocer que a veces sus argumentos están equivocados (parcial o totalmente). El necio no se informa, no lee, no investiga, no somete a escrutinio sus convicciones, no hay autocrítica, usualmente sus fuentes son las redes sociales, o la opinión de una legión de necios. El necio sigue a los “influencers”, el sabio sigue a otros sabios. El necio piensa y escribe al calor de los hechos, no medita antes de dar una opinión. Dice lo que sus emociones le dictan. El sabio hace lo contrario. El necio se informa un día. El sabio estudia todos los días. El necio es dogmático, el sabio es escéptico. El necio tiene “verdades”, el sabio siempre está desconfiando de la verdad. El necio se irrita cuando confrontan sus ideas. El sabio no. El sabio aprende cuando debate, el necio se vuelve más ignorante cuando discute. El sabio puede reconocer que a veces incurre en necedades, el necio sigue siendo necio y hace de su necedad un estilo de vida.
Cuando el necio discute se activa el ego, porque siente que su planeta intelectual está amenazado. Y la coraza emocional se eriza. Pierde los estribos y solo acepta las voces de sus pares. Pongamos un ejemplo: Fulanito el Necio, predica que el cielo es azul. Va por la vida creyendo muy convencido que ese es el color de lo que ven sus ojos. Escucha que otros piensan igual que él y fortalece su “conocimiento” sobre el color azul del cielo. Pero un día Fulanito el Necio se encuentra con Sutanito el Sabio, y este le dice que el cielo no es azul, que así lo vemos, pero ese no es su color real. Fulanito el Necio entra en cólera y responde con sarcasmo diciéndole a su contradictor que se ponga lentes o que vaya al oftalmólogo. Sutanito el Sabio lo escucha con atención y luego procede a exponer con bases científicas sobre la falsedad del color azul que vemos en el cielo. Fulanito el Necio no acepta la explicación porque para él está más que claro que su teoría la puede validar cualquier persona que mire el cielo. Lo que no sabe Fulanito el Necio es que esas personas que él puede tomar como pruebas ignoran que el color del cielo es el resultado de la luz del Sol dispersándose por las partículas en la atmósfera superior, en lo que ahora se conoce como el 'efecto Tyndall'”. Conclusión: 1) Fulanito el Necio no quiso aprender en términos científicos el porqué del color azul del cielo. 2) Muchas veces la mayoría, por el solo hecho de ser mayoría, no significa que tengan la razón. 3) Fulanito discutió pero no debatió. Y eso que Sutanito el Sabio no le dijo que el cielo del planeta Marte es amarillo-marrón, porque hasta allá no podría comprender Fulanito el Necio.
Por eso en política se discute y no se debate. Hay más necios que sabios. Y cuando surgen los sabios, los matan, porque la sabiduría es una afrenta para los necios. El necio para lograr que su necedad prevalezca, es capaz de destruir, y justificarlo; irrespeta a la autoridad, y celebra tal hecho como una hazaña; despreciar al mayor, y se burla. Por eso debemos educar para debatir y no para discutir.