Cursa un proyecto en el Congreso de la Republica “Por la cual se reforma el artículo 309 de la Constitución Política de Colombia, se erige el nuevo departamento del Litoral Pacífico y se dictan otras disposiciones”, el citado departamento, estará conformado por el Distrito Especial, Industrial, Portuario, Biodiverso y Ecoturístico de Buenaventura, los municipios de Guapi, López de Micay, Timbiquí, el Distrito Especial Industrial, Portuario, Biodiverso y Ecoturístico de San Andrés de Tumaco, los municipios de Santa Barbará de Iscuandé, el Charco, La Tola, Olaya Herrera, Mosquera, Francisco Pizarro, Magüí Payán, Roberto Payán y Barbacoas. Más adelante se puede leer que “La capital del Departamento del Litoral Pacifico es el Distrito Especial, Industrial, Portuario, Biodiverso y Ecoturístico de Buenaventura”.
Si bien, le corresponde al Congreso, de acuerdo con la Constitución Nacional, Artículo 297, el estudio y creación de nuevos municipios, lo que no es tan claro es el parágrafo primero donde se expresa que “El departamento del Litoral Pacífico se agrupa por el reconocimiento de la etnoculturalidad que habita en los territorios que lo integran, asimismo al compartir costumbres y la búsqueda de la preservación de su tradición e historia”.
Lo anterior, dado que esos 14 municipios además de la pobreza, las necesidades básicas insatisfechas (NBI), que entre todos agrupan más del 60%, difieren en muchos aspectos entre los que podemos listar hasta el elemento histórico y el desarrollo social.
Por lo tanto, decir que lo que se busca es preservar la tradición cultural y la historia, no es un buen argumento para una obra de tal magnitud. Para alcanzar esos objetivos, que de hecho ya hay entidades y personas, grupos, ONG haciéndolo, lo requerido deben ser políticas claras, recursos económicos significativos y un plan de salvaguarda con control y seguimiento que coadyuve en la implementación de las diversas estrategias.
Ahora bien, además del título de capital de este nuevo departamento, no veo como Buenaventura resolvería los problemas que aquejan a la mayoría de los casi novecientos mil habitantes que suma la población agrupada. No perdamos de vista que algunos mandatarios de los territorios cercenados podrán ver este esfuerzo como una amenaza no solo por la perdida administrativa sino también, por los recursos como el oro y la biodiversidad que estarían en juego.
Esto, desde luego tendrá mucha gente inconforme, pregunten a los alcaldes y gobernadores, seguramente algunos no están precisamente lanzando sempertinas y aplausos.
Con todo, no podemos perder de vista que si bien, Buenaventura, es un puerto estratégico que conecta a Colombia con el mundo, detrás de esta fachada de oportunidades, se esconden realidades preocupantes que merecen nuestra atención. Uno de los problemas más graves es la desigualdad. Aunque el puerto genera riqueza, esta no se distribuye equitativamente entre la población.
Muchos habitantes de Buenaventura viven en condiciones de pobreza extrema, mientras que unos pocos se benefician de las oportunidades económicas. Esta brecha creciente no solo afecta la calidad de vida de los ciudadanos, sino que también crea un caldo de cultivo para el descontento social. La dependencia del puerto es otro aspecto crítico. La economía de la ciudad, gira casi por completo en torno a esta infraestructura.
Esto la convierte en una ciudad vulnerable a las fluctuaciones del comercio internacional. Si alguna crisis afecta el tráfico de mercancías, la ciudad podría enfrentar una recesión económica severa, dejando a miles de trabajadores sin empleo y sin alternativas viables. De pronto las rentas de a nueva capital del pacífico podrían
En conclusión, aunque Buenaventura tiene el potencial de ser un motor de desarrollo para la región del Pacífico, es fundamental que se reconozcan y aborden sus desafíos. Solo así podremos transformar esta ciudad en un lugar donde todos sus habitantes puedan prosperar, no solo unos pocos. La oportunidad está ahí, pero requiere un compromiso real con la inclusión y el desarrollo sostenible.