Estaba perdida. El amor de su vida, el bailarín Kevin Federline, la acababa de abandonar. Su historial le impedía ver a sus dos hijos. Parecía tan cercano el tiempo en el que era la princesita del pop. El momento en el que con un beso con lengua Madonna la ungía como su sucesora. Pero las presiones que llevaba soportando desde que era la estrella del club Disney, cuando tenía apenas 8 años, empezaban a cobrarle factura.
El 16 de febrero del 2007 la diosa del pop entró a una peluquería en la Florida quejándose de lo mucho que le dolían sus extensiones. Sin pensarlo Britney se rapó todo el pelo. Las fotos de la trasquilada más famosa de la historia se extendieron por las redes. La locura de Britney, a diferencia de la de Billie Holliday o Janis Joplin se convertía en un chiste. Nadie tenía compasión con Britney. Ella no tenía derecho a la tragedia.
Un par de días después fue en búsqueda de sus hijos pero Kevin no se los dejó ver. Los paparazzi la acechaban con saña. Era la joya de la corona, el escándalo del momento. Furiosa, Britney arremetió con un paraguas la camioneta donde iba uno de ellos. Otra vez el mundo, que alguna vez la vitoreó, la deseó celebraba a rabiar la caída del ídolo.
Britney lo había intentado. Pasó años en rehabilitación de las pastillas, del subidón que puede dar esa droga poderosa que es la fama. Intentó salir de gira, presentarse de nuevo, posicionarse pero, para tener casi cuarenta años, a las mujeres como Britney no les está permitido envejecer. Cada salida suya era una salida en falso. Ya nadie deseaba a Britney.
Pero a mediados del año pasado parecía que volvía. En estas fotos que publicó en Instagram parecía a la misma diva que enloqueció al mundo a finales de los años 90.
El motor de su recuperación fue su papá Jamie Spears, el hombre que impidió su caída final, el que se ocupó de gestionar la custodia de sus hijos. Él le ayudó a retomar el camino pero Jamie está enfermo. Hace dos meses lo hospitalizaron y le hicieron una complicada operación en sus intestinos y el colón. Así le explicó a sus fans que tendría que cancelar la gira de 50 presentaciones por todo Estados Unidos y por la que recibiría USD$500 mil por cada show dado.
Se retiraba para cuidarlo. El desgaste de cuidarlo la ha estresado de tal manera que ha cancelado su gira, ha perdido una millonada y la posibilidad final de relanzarse. Se ha internado de nuevo en un centro de salud mental. Hasta el momento el lugar no ha sido divulgado para que los paparazis no vuelvan a acosarla. Sus fans no pierden la fe de volverla a ver sobre una tarima. Algo que tardará, por lo menos un año.