Hace días escribí, con evidentes errores de redacción debido a la premura de hilvanar ideas que me atacaban incisivamente y con ocasión a la movilización del pasado 17 de octubre, una nota que se titulaba originalmente Tumbar el desgobierno Uribe-Duque: Tumbar el régimen, pero que este portal, debo reconocer que lo hizo inmejorablemente, retítuló: ¿Qué tal un golpe blando para acabar con el (des)gobierno de Uribe-Duque?
A la ira colectiva que el estado de cosas actual está desatando, el (des)gobierno de la dictadura responde que las protestas forman parte de un complot de grupos narcoterroristas con el régimen de Nicolás Maduro y que quienes están en las calles son vándalos terroristas. Recuerdo muy bien que en algún documental sobre la crisis europea de 2008, cuyo nombre no logró recordar, se podía ver cómo los manifestantes italianos habían dejado inscrito en las paredes: ¿Lo siamo terroristi? ¡Terroristi, i biancheri! (¿Nosotros somos terroristas? ¡Terroristas, los banqueros!). Los ciudadanos colombianos aparte de tener que sufrir el rigor del terrorismo de Estado de las fuerzas de seguridad, que obran como grupos de defensa de los intereses privados, tenemos que sufrir el terrorismo de mercado en el cual a grandes empresarios y banqueros no les basta con robar los recursos naturales y financieros del país, sino que nos roban nuestra fuerza de trabajo, nuestras pensiones y cesantías y nuestros ahorros.
Las élites mafiosas y corruptas han declarado la guerra al pueblo colombiano. Esa guerra, claramente, es una guerra no convencional, en la que rotular a los adversarios de narcoterroristas y en extremos hace uso del paramilitarismo y las ejecuciones extrajudiciales que, aparte de ser crímenes execrables, funcionan como eficaces armas psicológicas de persuasión y paralización de las masas. Los sectores populares nunca debemos ceder a la tentación de ejercer la lucha armada, pero ello no quiere decir que no debamos encontrar métodos para hacer frente a esa guerra no convencional. Hemos visto como infructuosamente cientas de guerrillas han intentado tomar el poder legal y las consecuencias de sus acciones han sido ciertamente nefastas para quienes en Colombia ansiamos un régimen auténticamente democrático, es por ello que, en las circunstancias actuales de la sociedad colombiana, no hay otra opción que la lucha de las masas sea no-violenta.
“El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar”, sentenció Sun Tzu. Aquello lo entendió muy bien el teórico de la no-violencia Gene Sharp, del cual se podría decir que fue una especie de von Clausewitz de la lucha no violenta. En el contexto de la Europa napoleónica , el prusiano comprendió magistralmente que la guerra era la continuación de la política por otros medios, en el contexto de la segunda posguerra mundial y de la vieja y la nueva guerra fría, también magistralmente Sharp comprendió lo que Michel Foucault afirmó de que la política era la continuación de la guerra por otros medios; afirmación que puede se puede corroborar en el concepto de Guerra Irrestricta, muy bien definido por los estrategas militares y coroneles chinos Qiao Liang y Wang Xiangsui, en donde la guerra va más allá del campo militar y copa espacios de la política, la economía, la psicología, la publicidad, el derecho, los medios de comunicación y, claro, la tecnología. En la globalización la guerra irrestricta encuentra que para un campo de batalla cualquiera puede ser el escenario.
No requerimos de armas de fuego y ocasionar muertes, a diestra y siniestra, para poder librar las batallas. Los ciudadanos estamos facultados para ejercer nuestro derecho fundamental a la resistencia por la sentencia de la Corte Constitucional T- 571 de 2008, desobedecer frente a los regímenes que atentan contra los más elementales principios de equidad y justicia y demás pilares de la Constitución Política: ¡Jamás será un crimen! Veamos cómo día tras día frente a los ignominiosos opresores aparecen, en las redes sociales digitales, guerrillas comunicacionales y, tanto en lo virtual como en lo físico, comandos de sabotaje cultural, los cuales específicamente en Colombia combaten al ejército de publicistas al servicio del régimen oligárquico, mafioso y criminal, cosa que ha denominado el señor José Obdulio Gaviria como “ejército de publicistas al servicio de la ‘ideas’ del 'presidente' Uribe”. ¿Qué tal?
Conviene hacer un llamado a la sociedad civil en Colombia que ante la dictadura uribista, que es la versión más descompuesta, cínica y atrevida del régimen antidemocrático, junto con aquellos grupos de resistencia digital y análoga se geste la creación de un necesario y urgente ejército de antipublicistas contra Uribe Vélez.
Para derrocar la dictadura no necesitamos utilizar la acción intrépida y el atento personal del cual aquella hace gala, sino que es preciso socavar el apoyo de columnas que lo sostienen entre ellas la fuerza pública y las organizaciones religiosas, principalmente la Iglesia xatólica la cual libra una enconada lucha frente a las sectas pentecostales que son eslabón importante en la cadena clientelista de la dictadura.
He aquí un breve manual —que usted por supuesto puede enriquecer para aplicarlo y darlo a conocer en sus entornos más próximos como familiares, amigos, vecinos, colegio, universidad, trabajo, parroquia, etcétera— para derrocar la dictadura uribista:
1. Exprese siempre el malestar colectivo. Goebbels dijo que una mentira repetida mil veces se convierte en realidad. Así la cosas una verdad repetida mil veces se convierte en la más real de las realidades. En realidad, el uribismo, sin hígados, ha sido artífice de toda una arquitectura de corrupción, explotación y engaño bajo los eufemismos de confianza inversionista, seguridad democrática y cohesión social.
2. Promueva y acompañe campañas en defensa de la libertad de expresión, información y comunicación y de los derechos humanos los cuales son abiertamente menoscabados por la dictadura uribista que junto al capitalismo salvaje que en binomio forman la más degenerada versión de totalitarismo en la historia del país, por medio de los siguientes hechos:
- Ley mordaza a la radio y televisión públicas. Se censurará el contenido crítico al desgobierno Uribe-Duque.
- Órdenes a la fuerza pública para que penetre en los claustros universitarios, violando la autonomía universitaria.
- Amedrentamiento a los docentes que ejerzan la libertad de cátedra en los colegios y universidades.
- Ejecuciones extrajudiciales, mal llamados falsos positivos, es decir, crímenes de lesa humanidad cometidos por la fuerza pública en contra de civiles, quienes son sujetos de protegidos por el Derecho Internacional Humanitario.
- Interceptaciones ilegales de las comunicaciones a opositores, periodistas y demás detractores de Uribe Vélez.
- Cooptación de los poderes legislativo y judicial para lograr la reelección del dictador realizando un golpe de Estado al sistema constitucional.
- Desacato a los fallos judiciales.
- Utilización de ejércitos paramilitares para poder constreñir al elector en las regiones más apartadas del país, intimidar y asesinar opositores.
- Empresarios que obligan a sus trabajadores a votar por el que diga el señor Uribe Vélez o de lo contrario serán despedidos.
- Otros.
3. Promueva la lucha por las reivindicaciones políticas, sociales y económicas del pueblo trabajador y de la ciudadanía en general, entre las que se encuentran:
- Que el poder público realmente resida exclusivamente en el pueblo colombiano.
- Que a los bancos, latifundios, transnacionales entre otras grandes empresas y propiedades se les imponga verdaderamente la función social y ecológica.
- Que haya una transición del modelo de dependencia al capital extranjero a un modelo de desarrollo nacional y territorial
- Que exista democracia económica, como fundamento de la democracia política y social.
- Otras.
4. Pedagógicamente, haga más claro, para los demás, el ambiente de ingobernabilidad en el que nos tiene la dictadura uribista y la ausencia de gobernanza de Duque, Martha Lucia Ramírez y demás lugartenientes del dictador Uribe Vélez. Los graves problemas nacionales están completamente desatendidos para beneficio de la política estadounidense y de los políticos de la oposición venezolana.
5. Finalmente, la masa crítica, que las fuerzas democráticas han creado, han de exigir la dimisión del (des)gobierno, por medio de protestas ciudadanas continuas. Promover el juicio político contra el (sub)presidente en el Congreso de la República por las omisiones respecto a las funciones de su cargo. Exigirán la efectiva judicialización del dictador y de sus lugartenientes. Pedirán la intervención de la Justicia Penal Internacional para efectos de esclarecer los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura uribista.
Adenda. No olvide realizar grabación de los acontecimientos y difundir ese material audiovisual a través de las redes sociales digitales, para que el mundo se entere de qué es lo que ocurre en Colombia. Los medios de comunicación directa e indirectamente se comprometen con la defensa de la dictadura, pues no se enfocan en la indignación ciudadana sino que prefieren hacer cubrimiento exclusivo de los hechos aislados de vandalismo y se hacen los de la vista gorda ante la violación flagrante de los derechos humanos que sobre los manifestantes hace el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía Nacional.