¿Brecha digital para siempre?
Opinión

¿Brecha digital para siempre?

Se insiste en excluir a empresas chinas de la oferta de 5G que se definirá en 2023. Está en juego el control del gran negocio del futuro y cerrar la brecha digital

Por:
junio 12, 2023
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Además de enfrentar diversas crisis, el gobierno es objeto de presiones de Estados Unidos para bloquear a los chinos en áreas que considera estratégicas. Diversas y constantes misiones insisten en excluir a las empresas de tecnología china de la oferta de 5G que se definirá a fin de año. Estados Unidos quiere que su tradicional aliado incondicional descarte la neutralidad tecnológica y se sume a la Versión 3.0 de la guerra fría. Las presiones han dado resultado a favor de Estados Unidos en definiciones preliminares sobre el uso de la banda. Pero los impactos sociales deberían prender sirenas. La competencia debe ser para encontrar la mejor opción para cerrar la brecha digital y por eso debe ser libre, abierta y mirando el interés nacional.

En el mundo digital del 2023 limitar el acceso a una potencia tecnológica es desaprovechar la posibilidad de escoger la mejor oferta. Los norteamericanos que son pragmáticos, intensos y pushies presionan a toda marcha, mientras que los chinos pacientes y discretos hacen esfuerzos de penetración comercial y cultural a largo plazo. El miedo de asimilar los avances chinos es que al desplazar al poder dominante en la región, la influencia de aquel aumente la tentación de asimilar sus prácticas políticas y sociales. Es la pérdida de poder y de mercado lo que quieren evitar los norteamericanos antes que favorecer a los colombianos.

Ahora, argumentan, quieren proteger a América Latina de la tentación autoritaria china. Pero fueron ellos quienes invadíoan a los países de la región para montar gobiernos y dictadores militares que arrasaron con las instituciones democráticas en formación. Y con la vida y derechos de millares de ciudadanos desde Chile hasta El Salvador que fueron detenidos, torturados y desaparecidos. Esta política que añora todavía una parte de la dirigencia latinoamericana perdió vigencia. Ahora es por persuasión como se invaden las conciencias. Aunque también por chantaje geopolítico se persuade, y claro por el otorgamiento selectivo de ventajas a pequeños actores que inciden en las decisiones. O, que controlando el andamiaje regulador, obtienen beneficios que se reparten en pequeños círculos a espaldas del mandatario.  

Cuando la tecnología japonesa irrumpió con su desarrollo electrónico y automotriz en los años setenta, grandes marcas norteamericanas fueron desplazadas. Los gringos se lanzaron a comprar Mazdas, Toyotas, Nissanes, Hondas, Mitshubishi y equipos de sonido y televisores Sony, Yamaha. Los gringos trataron de frenarlos. Les hicieron instalar fábricas en USA, los obligaron a aumentar sus tasas de consumo para ver si podían venderles más chucherías… pero igual, grandes marcas perdieron el control del mercado. ¿Se acuerdan de Phillips? ¿O de Oldsmobile, Plymouth, Mercury y Pontiac que cerraron en la primera década del XX?

En esa época los gobiernos de Estados Unidos no recorrieron las oficinas de los gobiernos amigos presionando para vetar los productos japoneses. Tampoco lanzaron campañas de desprestigio diciendo que los autos japoneses se quedaban sin frenos a los mil kilómetros o que se incendiaban por defectos de su tecnología. O que el gobierno japonés obtendría información estratégica sobre adonde se movía cada norteamericano. Los norteamericanos reconocieron que se habían dormido y acto seguido hicieron dieta para acomodar sus cuerpos en los pequeños carros japoneses más eficientes y baratos.

Frente a los chinos, los gringos quieren ganar la batalla con argumentos ideológicos, con manipulación de información y presionando a los gobiernos aliados. Argumentan, sin bases sólidas, que los datos que circulen por la infraestructura tecnológica china quedarán en manos del Partido Comunista para usos malignos. Dicen que podrían manipular tarde o temprano el orden global. De ser cierta esta hipótesis habría un empate entre gringos, chinos e israelíes, maestros expertos en espionaje tecnológico. Es una realidad ampliamente documentada en las filtraciones del Pentágono (Snowden) como en las de Wikileaks, entre otras.

Por supuesto el espionaje existirá mientras subsista la desconfianza entre las naciones. Pero es infantil creer que los desarrollos tecnológicos se hacen para conocer lo que hacen colombianos o brasileros o pensar que leyendo los WhatsApp de todos se va a controlar sus mentes. Tal vez las tendencias del mercado sí. Una excusa similar usaron para invadir a Irak cuando convencieron al mundo de que Hussein tenía armas de destrucción masiva. Era falso. Pero con esa gran mentira destruyeron a Irak, a su incómodo gobierno y pusieron su pesada bota militar en la región, en la frontera con Irán.


Por la puerta de atrás las presiones llevaron a dictar normas que favorecen a empresas norteamericanas que lideran los servicios Wifi y desfavorecen la expansión de 5G que líderan las empresas chinas


La presión sobre el gobierno Petro para excluir a China se ha favorecido por el cambio de ministros TIC. Por la puerta de atrás y sin debate público las presiones llevaron a dictar normas que favorecen a las empresas norteamericanas que lideran los servicios Wifi. Las mismas normas desfavorecen la expansión de 5G en la que son líderes las empresas chinas. La expansión de 5G requiere un buen ancho de banda para manejar el gran volumen de data que demandará le uso de esta tecnología. Su eficiencia para cerrar la brecha digital y aprovechar el mundo digital para el desarrollo humano y empresarial depende de una banda amplia. Tanto para la tecnología china como para la europea, porque los norteamericanos no tienen oferta de 5G. Si se limita su alcance los únicos que ganan son las empresas norteamericanas de Wifi. Aún está a tiempo el gobierno del cambio para corregir.

Limitar el desarrollo que ofrece la 5G tal vez favorezca la batalla ideológica de Estados Unidos. Pero con seguridad desfavorece el desarrollo del país. Lo que está en juego es el control del gran negocio del futuro. Y para los colombianos es la posibilidad de cerrar la brecha digital. No se trata de decidir por sesgos político-culturales quien se queda con la tarta. No se trata de predecir si toca reforzar el inglés o aprender mandarín. Es el cierre de la brecha digital lo que está en juego. Es abrir la posibilidad para que millones de ciudadanos excluidos reciban los servicios que sin conectarse al mundo digital sería imposible ofrecerles.

Los chinos les tomaron ventaja en este y otros sectores porque hicieron grandes inversiones en I&D a lo largo de casi tres décadas. Sus menores costos del talento humano les permitió hacer el esfuerzo del reverse engineering para avanzar a partir de lo ya descubierto. Y luego desarrollar productos de calidad a menores costos. Entonces castigar a los consumidores o a los usuarios porque los gringos se durmieron, parece injusto. Si el bloqueo que los norteamericanos se impone, la inversión de los operadores para instalar la nueva infraestructura 5G será alta. Una gran parte usa la infraestructura china instalada en el país. Tendrían que invertir del orden de 5.000 millones de dólares para instalar la nueva tecnología. ¿Y cómo recuperarían esa inversión? A través de las tarifas de transmisión de datos. Tendríamos una 5G que la mayoría no podría pagar y que por las condiciones impuestas en la regulación de la banda asignada, su crecimiento sería limitado. Mientras tanto las empresas norteamericanas tendrían a sus anchas las condiciones para explotar este mercado en Wifi no 5G.

Las implicaciones sociales son negativas para los colombianos. Empresas y habitantes urbanos pagarían costos mayores y las restricciones bloquearían infinidad de emprendimientos que requieren manejo de gran data a precios razonables. En las regiones desconectadas, el acceso a la 5G sería inviable por costos a menos que el gobierno la subsidie. Las transformaciones que en todo el mundo se saborean gracias a la era digital aquí se alejarían. Así, con mañas y aprovechando los espacios vacíos que la renovación de los funcionarios facilita, sin debates en el Congreso o ante la opinión pública se quiere restringir la capacidad de los colombianos de escoger con libertad la tecnología que mejor le convenga para desarrollo.

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