Para 2010 el turno brasilero de Barranquijazz lo representó una cantante destacadísima de su generación cuya voz recuerda de alguna manera la voz inicial de Gal Costa, pero que se pierde en el denso bosque de ecos y resonancias parecidas en la tradición de la música brasilera contemporánea. De todas formas, su presentación fue suficiente para deparar una buena experiencia musical en ese año que queda también para el recuerdo.
En 2011, la veterana presencia del pianista, trombonista y compositor brasilero Joao Donato sirvió para ratificar la importancia musical de lo que ha sido el fenómeno de la bossa nova y sus fieles aficionados en esta ciudad, en cuya radio cultural han sonado las músicas de su piano, su trombón y sus arreglos desde hace muchos años.
La tercera presentación en Barranquijazz de Rosa Passos no tuvo la misma fortuna que las dos anteriores, por la sencilla razón de haber tenido como escenario el siempre discutible Jumbo del Country tan poco propicio para la comunicación musical intimista, poética y sensual como lo que representa casi indefectiblemente una artista como la Passos. Sin embargo, la otra cuota brasilera de ese año el estupendo Trío Corrente bajo el liderazgo de Paquito D’ Rivera, en el Amira, nos regaló una impecable entrega de talento e importancia musical que complementó maravillosamente el tercer expediente brasilero de ese año que fue nada más y nada menos el magnífico clarinetista italiano Gabriel Mirabassi, enamorado de la música brasilera e intérprete consagrado de ella que se ocupó de un repertorio brasilero de otro orden, llevado más a lo clásico, claramente europeizado y en un alto nivel de virtuosismo acompañado del gran guitarrista Italiano Peo Alfonsi.
Leila Pinheiro nos regaló o una cadenciosa versión de El Caminante de Joe Arroyo
En 2014, por boca de la propia Leila Pinheiro recordamos que cuando era ella mucho más joven, a comienzos de los años 80, había estado en Barranquilla como cantante invitada de Zimbo Trío, en el concierto que ya referenciamos en nuestra columna pasada. Ese año, previo a su concierto en Barranquijazz, tuve la oportunidad de hablar en público con ella sobre algunos aspectos de su vida y su carrera musical. Pero en su concierto, luego de cautivarnos con su voz, su energía musical y su encanto, nos regaló un gesto histórico de generosidad y simpatía cuando hizo una cadenciosa versión de El Caminante de Joe Arroyo para sellar con ello una muy interesante presentación en Barranquilla.
En 2015 se cumplió el sueño de poder ser testigos de la presentación de una leyenda de la historia musical del Brasil: el tremendo trombonista Raúl de Souza, cuyos primeros discos habíamos conocido aquí en Barranquilla a finales de los años 70. Fue un concierto, fino, sobrio, elegante, impecable, al frente de un cuarteto de grandes cualidades.
Roberto Menescal, cofundador de la bossa nova
El año pasado, la presentación del guitarrista, productor y compositor Roberto Menescal, cofundador de la bossa nova cuya inteligencia musical es una sombra sumamente sensible detrás de la carrera profesional de grandes figuras de la música brasilera de los últimos 40 años, especialmente cantantes femeninas, fue una ocasión excepcional para ser testigos de las capacidades íntegras de una leyenda verdadera. En esta ocasión su presentación con la cantante norteamericana Cris Delanno fue una muestra de excelsa sofisticación y elegancia manejada desde su maestría guitarrística aún a sus casi 80 años de edad. Menos interesante, y casi triste, fue la presentación del gran Airto Moreira, disminuido físicamente, enfermo y decaído que en un formato bastante desajustado sólo nos pudo brindar uno solo de sus temas históricos para ser simplemente un recuerdo desteñido del oro indiscutible de sus días.
Y en este año 21 del festival vuelve el histórico Raúl de Souza para permitirnos apreciar el rol de su trombón en el marco de un formato distinto, en el que fue protagonista el genial guitarrista Toninho Horta, uno de los cultores de ese instrumento cuyo estilo interpretativo es ampliamente referencial en la rica escuela de la guitarra brasilera moderna. Un lamentable accidente del sonido nos desacomodó el ánimo un poco y sin duda afectó la perfección de los tres temas que en solitario ofreció el guitarrista, antes de invitar a escena al gran bajista y multiinstrumentista Arismar Do Espiritu Santo, una presencia que le introdujo a la noche un momento de magia e inspiración que no decayó ya más en el resto del concierto; y que, más aún, sólo se intensificó con las notas de humor y el estilo juguetón que le trajo el baterista y percusionista Robertinho Silva para prepararle la entrada al gran Raúl de Souza y llevar de allí en adelante el hilo tenso de un concierto creativo, inteligente y altamente gratificante.
Esta es una visión meramente periodística de los que ha sido, hasta hoy, la presencia de Brasil en un festival que en sus 21 años ha depositado siempre un punto de confianza en la indiscutible calidad de una música de gran importancia en la historia sonora contemporánea.
