En la madrugada del lunes 13 de julio, a José López, quien fuera durante los 12 años en el que el matrimonio Kirchner gobernó la Argentina el secretario de obras públicos, recibió un mensaje por su wasap: “Esconde el dinero, te van a allanar”. Se levantó de la cama, corrió hasta la caleta que tenía en su casa, metió 9 millones de dólares y unos cuantos miles de euros y yuanes, un fusil Sig Sauer calibre 22 y siete relojes de lujo en cuatro maletas deportivas. Salió rumbo a General Rodríguez, localidad de las afueras de Buenos Aires, buscando el Monasterio Nuestra Señora de Fátima, un lugar muy familiar para el Kirchnerismo
Allí el obispo Rubén di Monte, máxima autoridad del monasterio, recibía a Néstor Kirchner, a Julio De Vido, quien fuera su ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios y al propio José López. Las reuniones daban para todo, desde montar negocios hasta aprovechabar que una monja vidente que estaba en el claustro les leyera el futuro.
Di Monte, que tenía una pésima relación con el obispo Bergoglio, era un protegido de Néstor Kirchner. La reparación de la basílica de Luján, en donde el prelado acostumbraba a dar sus homilías, fue la primera obra que hizo Kirchner en sus cuatro años de gobierno. En ese año, 2005, los opositores del presidente le reprochaban gastar 3 millones de dólares en la reparación de una iglesia cuando habían muchos argentinos que todavía sentían los coletazos del Corralito Económico del 2001.
Por eso José López iba tranquilo al Monasterio. Aunque Di Monte había muerto a los 84 años las dos monjas ancianas que aún lo habitaban seguro le abrirían sus puertas. Tan relajado estaba que no sospechaba que la policía federal ya lo estaba siguiendo. Cuando llegó al frente de la alambrada que protege a Nuestra Señora de Fátima de intrusos, el ex secretario de Obras Públicas vio los uniformes, escuchó las sirenas y supo que estaba perdido. Como último recurso trató de mandar los cuatro bolsos por encima de la alambrada. Las monjas al escuchar el alboroto abrieron la puerta y alcanzaron a escuchar a López gritar que la policía le iba a robar los nueve millones de dólares que iba a donar a las religiosas. Ni las monjas creyeron la historia aunque, eso sí, lo exoneraron de cualquier culpa: "Es un hombre muy bueno pero estaba muy loco. Hoy vino, medio loco estaba, igual nos quería, había robado esa millonada sólo para donarla. En el fondo es bueno”.
Periodistas como Jorge Lanata están convencidos que este es el principio del fin del Kirchnerismo. En torno a este partido político se generó “un estado sistémico de corrupción”. Según Lanata llegaron a robar tanta plata que los desbordó y como si se tratase de un cartel narco no saben que hacer con ella porque no tienen ni siquiera donde guardarla. En 12 años de gobierno se estima que el matrimonio presidencial y sus cómplices llegaron a robar cerca de 10 mil millones de euros.
Cristina K contempla en silencio como el castillo de naipes que armó durante más de una década empieza a derrumbarse.