La cena está servida, la gran baraja de candidatos que aspiran a ser el nuevo residente de la Casa de Nariño ya está más que lista. Los postulados de los distintos partidos políticos están más que preparados para el escrutinio de las urnas este fin de semana, y nosotros los votantes estamos deseosos de participar en esta venidera jornada.
La cuenta regresiva comenzó, los aspirantes cerraron sus campañas con eventos donde incluían dentro de su programa político el orden del día; así como un recetario al estilo militar, donde los puntos ya programados debían cumplirse a cabalidad.
Todo está listo, el domingo 27 de mayo será una fecha de esas esperadas con ansias, donde se obtiene el resultado de un inicio más que predecible, o de un final más que impredecible, porque es paradójico la trayectoria de algunos de estos candidatos, que a dedo podemos señalar nosotros los votantes si es “bueno” o “malo”; o en los casos más fortuitos vemos ganar a aquel que ya sabíamos que iba a ganar, o aquel que subiría conociendo su dudosa reputación por sus “escandalitos” , de él, o del partido político que lo ampara.
Sin embargo, es hora de detenernos y mirar un poco al pasado, es hora de echar un vistazo a los currículums de estos señores que quieren subir al poder. En nuestras manos está la decisión de seguir con esta cultura de política mutilada, de seguir votando por aquel o aquella que a cambio de otorgar beneficios alimenticios o económicos persiguen sus votos, así como hienas al acecho. Pero no todo es malo, no todos estos señores están hechos con el mismo molde. Actualmente existen senadores y aspirantes que con su arduo trabajo han evidenciado y respetado su labor, donde nunca olvidan su rol a desempeñar. Esos escasos que nos hacen soñar, precoz, pero soñamos.
Lo inquietante y hasta estratégico es la manera como nosotros los votantes vamos a marcar el tarjetón, porque culturalmente, y siendo realista, pocos votan a conciencia, pocos se toman la tarea de leer el historial del candidato que va a elegir; solo sienten la presión o el agradecimiento por aquel favor prometido. Pocos votan con convicción, pocos votan por querer ver esta nación apacible; porque más de uno quiere ver este país enlodado en sangre.
Ahora bien, la rienda suelta que se da dentro de esta jornada electoral es indiscutible y jamás debe ser improvisada, porque fueron más que suficientes estos cuatro años para constatar los resultados de alguno de ellos, para unos fueron satisfactorios y para otros nefastos.
Tenemos que salir este domingo a ejercer nuestro derecho al voto, pero al voto bien votado, no al botado en vano. Son nuestros dedos los que más que tachar un tarjetón, marcarán la historia de este país; porque el pueblo decide, porque no debe rendirse, porque la abstención no es la mejor salida para expresar los inconformismos.
Cierro esta ventana con la invitación a la conciencia, a crear un criterio de voto, a contribuir a la estructura de un gobierno limpio, sensato, sin censura al corrupto, porque en nuestras manos está la posibilidad de modificar este sistema gubernamental.
Que su conciencia los acompañe, pueden votar en paz.