La acción realizada por un grupo de estudiantes de posgrado de la Universidad Nacional en la madrugada del miércoles, como fue publicado en el periódico El Espectador, puede ser considerada como una señal de profundos cambios en la clase media que integra hoy las Universidades Públicas y de como esta nueva generación percibe los cambios sociales de los tiempos recientes. De igual modo, también podría ser una atrevida invitación al dialogo?
Recientemente se ha visto en la Universidad Nacional lo que se podría denominar un rifirrafe entre distintos conjuntos de estudiantes acerca del tema de la pintura del rostro del Che Guevara en la Plaza Central de la Sede Bogotá.
La pelea comenzó a comienzos de este mes, cuando durante un fin de semana algunos estudiantes borraron parcialmente la imagen que había sido retocada en días anteriores, usando el tristemente célebre método de la pintura gris, tan típico de nuestro claustro universitario.
El día de ayer el Che que durante muchos años ha estado en la Plaza fue borrado completamente, lo cual ha sucedido en tiempos recientes en un par de ocasiones, producto de ciertas demandas ante el tribunal administrativo de Cundinamarca, que buscan la protección de los bienes culturales de la Nación, en este caso el Auditorio León de Greiff.
Ello me llevo a pensar si la Universidad Nacional en los últimos años, en particular los posteriores al cambio de esquema en el Examen de Admisión, está teniendo una transformación, en mi caso llevo suficiente tiempo en la Universidad como para darme cuenta que la generación con la que entré fue muy distinta a aquella con quien curse mi segunda carrera y que estas a su vez eran diferentes a la actual.
Adicionalmente he notado para mi pesar que la Universidad ha ganado algo de estabilidad a expensas de perder algo de pluralismo, probablemente debido al citado cambio de esquema de admisión. Sin embargo, algo que si es innegable es que durante sus 150 años la Universidad Nacional ha sido reflejo y prospecto de este país y que si tomamos como válida la premisa anterior, la Universidad puede ser empleada como termómetro de la clase media actual.
Una clase media que presenta inconformidad e indiferencia con modelos pasados, algunos de los cuales han demostrado rotundo fracaso, otros que aunque vigentes a duras penas sobreviven debido a la inercia que llevan consigo etc. Adicionalmente, la Universidad de hoy representa a una nueva generación cuyo acceso a la información tuvó un salto exponencial debido a las tecnologías de la informática, lo que les permite acceder a puntos de vista diversos en tiempos menores que las generaciones anteriores.
Pintar el Che puede ser una muestra de ello, la nueva generación tiene puntos de vista que pueden ser especialmente conflictivos para algunas élites y movimientos de la izquierda (y extrema izquierda) que durante años han estado profundamente enquistados en el campus. Es claro que borrar al Che no es que sea la expresión más “democrática” de inconformidad, de hecho es probable que ésta pueda llegar a considerarse como “represiva” e inclusive “fascista”. Sin embargo muchos de los que no quieren verlo en su papel tutelar en la fachada del León afirman y no sin faltar a la razón que algo parecido sucedió con Santander, cuando su estatua fue expulsada de la plaza y colgada del antiguo puente de la 26.
Para muchos estudiantes o al menos muchos de los que conozco, la izquierda con los métodos de los años 60 y 70 están mandados a recoger, no aportan nada a la construcción de la Universidad y por el contrario ha sido la estrategia perfecta tomada por las élites gobernantes para desprestigiar al campus y a sus integrantes. Por tanto borrar al Che sería al menos quitar del campus un símbolo de lo que se ha convertido en un problema histórico para la Universidad Nacional.
“Los métodos de los años 60 y 70 están mandados a recoger, no aportan nada a la construcción de la Universidad y por el contrario ha sido la estrategia perfecta tomada por las élites gobernantes para desprestigiar al campus y sus integrantes.”
Borrar al Che tal vez es un síntoma de que requiere más diálogo en una sociedad profundamente dividida. División que quedó en evidencia el pasado 2 de Octubre con el plebiscito sobre los acuerdos de la Habana, a pesar de los tristemente celebres engaños de la campaña del NO. Y que muestran la existencia de un no despreciable sector de la sociedad que siente animadversión o inconformidad con imaginarios que "funcionaban" o pretendían hacerlo hace 40 o 50 años.
No obstante, quienes se muestran en contra de que borraran al Che afirman que se trata de un atentado en contra de la memoria histórica, en particular la de los estudiantes que fueron desaparecidos o muertos por el Estado en las décadas de los 70 y 80, o contra lo que el Che simboliza, que es la lucha de las clases populares oprimidas. Sin embargo, nuestra historia reciente esta llena de mártires que fueron representantes de estas ideas y que actualmente están en el olvido para muchos. Algo que debemos reconsiderar si queremos alcanzar una paz estable algún día.
Lo único que es seguro es que “Borrar al Che” es síntoma de un cambio, aún no es posible saber se será bueno o malo, lo que si sería constructivo es que la Universidad Nacional y sus integrantes, del mismo modo como está sucediendo en la Universidad Pedagógica, se tomen en serio esta discusión de los imaginarios de lucha social, sus símbolos y la memoria histórica, lo cual constituye sin duda el principio de las futuras soluciones para construir dialogo en el país. Algo que sin duda fue la motivación y la intención de los estudiantes que realizaron esta osada acción.