A diferencia de las políticas de confinamiento cada vez más restrictivas que se aplican en Italia, España o Francia, el gobierno británico se limita de momento a dar recomendaciones que sugieren que espera que se alcance cierta inmunidad colectiva a través del contagio de la población.
Sin entrar en los detalles de su plan para reducir los riesgos de la epidemia, Boris Johnson se limita a sugerir algunas acciones específicas para alentar el sentido de responsabilidad entre los británicos, en particular de aquellos que considera más vulnerables: los mayores de 70 años o ciudadanos con problemas de salud crónicos. En ese sentido, el Primer Ministro ha evitado imponer medidas drásticas como cierre de colegios, universidades, restaurantes o la prohibición de eventos.
El Ejecutivo también sugiere evitar ir a bares, restaurantes o el teatro. Además, propone el asilamiento por una semana si se presentan síntomas del coronavirus, y para quienes tienen familia extender ese aislamiento a dos semanas, bajo la premisa que más de un miembro contraerá el virus.
Johnson advirtió que “muchas personas van a perder a sus seres queridos, y que lo busca su gobierno es retrasar el pico o aplanarlo para evitar colapsar el sistema de salud público”.
La inmunidad del rebaño
Para miembros de la comunidad científica, con esta aseveración el Ejecutivo admite que está buscando una especie de inmunidad de grupo, también llamada “inmunidad del rebaño”, en la que parte de la base que la inmensa mayoría, entre un 60 y 80 por ciento por ciento de la población, contraerá el virus y presentará trastornos leves, lo cual desarrollaría cierta inmunidad colectiva haciendo a los ciudadanos más resistentes y reduciendo el número de contagios. Esto lo ha dicho incluso el mismo asesor científico del gobierno, Patrick Vallace.
En esta estrategia, y partiendo del hecho probado de que los niños son vectores de la enfermedad, en el momento en que el gobierno considere que ya hay suficientes adultos contagiados, cerraría entonces los centros educativos. Es decir que el gobierno busca lograr un equilibrio entre quienes pueden necesitar hospitalización y los que se recuperan.
La estrategia de Johnson divide a la opinión científica británica, que la considera riesgosa, porque podrían morir más de 250 mil personas, aunque puede dar frutos para evitar futuros brotes. También serviría para reducir el impacto económico de una drástica cuarentena, y a su vez evitar el cansancio psicológico que puede producir en los ciudadanos un largo encierro. Solo el tiempo dirá si la arriesgada apuesta del primer ministro resulta más efectiva que las implementadas en el resto de Europa.
Artículo originalmente publicado en Radio Francia Internacional con el título: Coronavirus: la estrategia de Londres que sorprende a la comunidad científica