Ahora que Colombia se prepara afanosamente para las elecciones presidenciales y de Congreso para el periodo 2022, se observa un desaforado afán por recoger candidaturas al Senado y Cámara de figuras deportivas o estudiantiles que lideraron el paro nacional que puso en jaque al gobierno Duque.
Los políticos no tienen ninguna cordura en abrazar a los estudiantes que causaron estragos en el país y que lucharon por una causa fundamental, la situación social, el pésimo gobierno de Duque y una reforma tributaria que querían aprobar pasando por encima de la voluntad de pueblo. Lo lógico es ofrecerles a esos estudiantes y líderes las curules del Congreso y desde luego ellos montarse en ese caballito que los llevará a su redil en el Capitolio.
Ahora la moda es recoger a cuanto deportista nos representó en el exterior o sea un exitoso campeón, sin importar su rama deportiva, e impulsarlo como senador o representante, tal como sucedió con Caterine Ibargüen. No hay duda de que en los próximos días veremos más candidatos deportivos en tarimas públicas al lado de los especímenes políticos tradicionales que quieren seguir en el Congreso mostrándose como la salvación y el cambio que necesita Colombia.
Los colombianos sabemos que el Congreso es la peor plaga que tenemos y que no nos representan a los ciudadanos porque son los aliados de los gobierno de turno, como sucedió en este periodo de Duque y su combo. ¡Los colombianos queremos pasar esta página desagradable muy pronto! Ojalá no volvamos a ver a los que se burlaron infamemente del pueblo obedeciendo a un cacique y de tantos que firmaron acuerdos y leyes que iban en contra de los más pobres y desfavorecidos.
