Afirmaciones como "que robe pero que haga algo" o "robó pero hizo" nos muestran una vez más que el problema también es cultural. De un plumazo justificamos al hampón y de paso, lo liberamos de las responsabilidades que le atañen a quien con sus mezquinas actuaciones ha ayudado a aumentar los índices de pobreza multidimensional que azotan a Buenaventura.
Se roban el dinero que es del pueblo, a la vez que violentan nuestros mínimos derechos, pero a la final no pasa nada. No pasa nada porque entre bandidos se tapan. No pasa nada porque la plata robada alcanza para pagarle al juez o fiscal la libertad del canalla. Por último, no pasará nada si esa ciudadanía, desde donde se supone debería emanar el más contundente de los rechazos, hoy los justifica y sigue votando por ellos.
No podemos elevar a categoría de derecho la corrupción. Ser corrupto no es un derecho.
Es un insulto inaceptable para la Buenaventura llena de provocadas carencias, que un puñado de gamines gocen de todos los privilegios —robados— mientras perpetúan al resto de la población en la más completa de las miserias.
Los bonaverenses no podemos seguir dando nuestro voto a políticos con comportamientos delictivos. No podemos seguir cayendo en esa mediocridad de elegir al "mal menor". Que nunca se nos olvide que para ellos jamás será suficiente todo el dinero que nos han robado ellos, sus padrinos, sus amigos políticos, sus hijos encaminados por ellos mismos a la política. Todos roban, roban y roban. Son un cáncer con inmensas ambiciones de poder y de mentalidades pobres que hacen del dinero del pueblo parte de su salario y se olvidan del bien común, principio para el que se supone los hemos elegido.
Como sociedad bonaverense no podemos caminar en la macabra lógica normalizadora de que gobernantes pueden robarnos siempre y cuando "hagan algo por la gente". No, no y no podemos ser el canal "moralizador" de tan grotescas conductas. Ni más faltaba que ahora justifiquemos a quienes nos saquean.
Buenaventura, como en los días del glorioso paro cívico, tiene que tener dignidad y reclamar todo lo que gobierno local y nacional le ha negado. Si justificamos a nuestros verdugos, lo único que significará será nuestro fracaso como sociedad.