EL POLÍTICO MÁS HONESTO QUE HE CONOCIDO se llama Gustavo Bolívar. ¡Y he conocido muchos!. Cuando Gustavo habla (a pesar de no ser un buen orador), sus palabras suenan sinceras, sus preocupaciones genuinas, su lealtad es a toda prueba y es consecuente en su proceder.
Se le ve honestamente preocupado por los desvalidos, por rebajarse el sueldo como congresista y preocupado por el incierto futuro de la juventud. Sus colegas de Congreso (cuando aún ejercía como congresista) no lo supieron leer, lo encuentran "políticamente incorrecto". ¡Es un marciano en ese ambiente!
El marciano Bolívar no es evasor, como si lo son muchos; muestra abiertamente su declaración de renta, donde consta que paga los impuestos que le corresponde tributar, desecha su sueldo como congresista y lo dona, finalmente se preocupó porque los jóvenes que participaron el estallido social, se les atenuara el daño físico, haciendo una labor social que pocos hacen y que finalmente se convirtió en munición para que sus enemigos políticos lo fusilaran.
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¿Quién hace lo que hace Bolívar?: ¡nadie! Dentro de la sucia política que impera, parece un ser de otro planeta. Hasta aquí los gozosos.
Como está de moda la comunicación epistolar, remember la ladina e insolente carta de la periodista María Jimena Dussán al presidente Petro; a Gustavo Bolívar quiero decirle que, para valorarlo en su verdadera dimensión necesito extrañarlo, verlo alejado de los focos mediaticos y eso solo se consigue retirándose un tiempo de la escena política que lo agobia. ¡Quiero extrañarlo!
Replegarse después de la contundente derrota, no es malo, con ello se logra los réditos políticos que brinda la ausencia. Lo malo es después de la derrota aparecer tan rápidamente liderando procesos. Es mejor que te extrañen por tu ausencia, que te maldigan y detesten por tu constante presencia.
Si a alguien le ha dolido la pérdida de Bolívar, ese soy yo. Crei en su momento, que Bolívar iba a ganar la alcaldía de Bogotá. ¡Era la joya de la corona! Lo creía inderrotable. Poco a poco la vana ilusión se fue disipando, en los extravíos de la dinámica política y una gruesa causa fue la participación activa de una prensa militante y sesgada, tanto así, que el periodismo colombiano ya parece un partido de oposición; unas "empresas" encuestadoras con evidente sesgo y descarada parcialidad. El método científico, desdibujado hoy, direcciona la participación democrática del votante, conduciéndolo, con su tenebrosa mano, a votar por el inflado candidato, del gusto de quien la paga.
Y finalmente a su candidatura la afectó, el involucrar directamente a la campaña, la desatinada decisión de construir un obsoleto Metro elevado, donde se involucra más motivaciones emocionales, que razonables argumentos tecnicos.
Con el tema del Metro, nos dirigimos al error presuroso, como es indetenible la marcha de los ríos hacia el mar. El argumento que sostiene el irreversible adefesio es "que ya está contratado". ¡Valiente gracia!, diría Petrona.
Gustavo Bolívar perdió contundentemente la elección ante el heredero de un trasnochado delfinazgo político, que ha mamado de la teta del estado por muchos años y se creen predestinados por designio divino, a gozar de las mieles del poder, en compañía de sus hermanitos. El redomado delfin hizo unas alianzas tenebrosas, que el marciano Bolívar acertadamente rechazo, cuando pintaba ganador.
Así las cosas, después de la derrota, Gustavo Bolívar piensa fungir de fontanero para reparar el daño causado y que fluya de nuevo el agua, por las tuberías de gran diámetro del Pacto Histórico. Pienso, que en este contexto, no es la persona más indicada para asumir ese rol. ¡Es un derrotado!. Su derrota electoral está muy caliente, para pretender un protagonismo inmediato. Su imagen se encuentra lacerada, lastimada, desgastada y parece muy precipitada tanta visibilidad, con la imagen que brinda una derrota tan contundente y reciente.
Le conviene a Gustavo Bolívar, una ausencia prolongada, desaparecer prudentemente del mapa, le puede brindar más réditos políticos que su continua presencia. Ese papel que Bolívar pretende, lo debe asumir alguien con más frescura, no un reciente derrotado. Me parece, que en el Pacto no existe coherencia, ni alguien que reposadamente se detenga a pensar las cosas. ¡Gustavo Bolívar debe apartarse un tiempo!. Su derrota está muy fresca para asumir ese tipo de liderazgo.
Hoy, su demasiado protagonismo es contraproducente y más con esa contundente derrota a cuestas. No sé qué pasa en el Pacto Histórico, pero Bolívar no es el pollo para levantar las banderas y los ánimos al interior del Pacto. A pesar de que tiene un largo pelo, le hace falta pa' la moña. Reitero: Bolívar es el político más honesto que tiene este país y tanto así, que para ser político, me parece demasiado honesto, casi que tira a ingenuo y, por honesto y por ingenuo, perdió la Alcaldía de Bogotá.
No estoy en su contra, solo le sugiero que se oxigene, que se tome un tiempo, que reflexione sobre la derrota, que termine sus novelas pendientes; y una vez rencauchado y remozado, después de un tiempo, retomé ahora si, la política.
¿Será mucho pedir?