Cuando Nicolás Maduro se enteró que Caracol haría una serie sobre Simón Bolivar puso el grito en el cielo: "Cuántas mentiras, difamaciones y basura pondrán allí” por eso propuso montar una muralla en torno a la producción y defenderse de la mentira de la oligarquía colombiana. Al líder de la Revolución Bolivariana le molestaba todo, hasta sus dos protagonistas, los venezolanos Luis Gerónimo Abreu, que interpreta a Bolívar de la época independentista y José Ramón Barreto, el Bolívar más joven, han rechazado públicamente al régimen chavista.
Si existió una materia de la historia que obsesionó al extinto Hugo Chávez Frías fue escudriñar la vida de Bolivar. Según él la historia oficial, hecha por blancos adeptos a los españoles, había tergiversado la verdad. Por eso ordenó la exhumación de los restos de Bolívar en julio del 2010:
Bolívar, según la millonaria investigación de Chávez, era un zambo que no tenía mucho que ver con la imagen que habían ideado los blancos e incluso cuestionó la hipótesis de que el Libertador había muerto de tuberculosis. Ese celo por cuidar la figura de Bolívar hizo que Maduro fuera tan crítico con la serie. Sin embargo, unas semanas después, Maduro cambió de parecer.
Deslumbrado por una producción de 400 actores y 8000 extras, que visitó lugares tan inexpugnables y exóticos como el Nevado del Ruiz para recrear el paso del ejército libertado por el Páramo de Pisba, logró lo que muy pocas veces ocurre, retractarse de un error. Ante una audiencia incrédula declaró esto:"Acabo de terminar, ayer, de ver la serie (...) Yo cometí el error y quiero pedir excusas, a los productores de la serie, a los escritores de la serie, a los actores y actrices porque yo por el prejuicio que tengo por el maltrato de la oligarquía en Bogotá contra Bolívar emití conceptos prejuiciados”.
Las críticas le llovieron no tanto por la retractada sino por qué nadie sabe como pudo ver completa una serie de 60 horas de duración, ¿de dónde sacaba tanto tiempo un jefe de estado para ver una serie?. Si existe una palabra para describir Bolívar, una lucha admirable, es el de Herzoguiano. Los exteriores fueron filmados en Barichara, Mongui, y, por ejemplo, para recrear a Caracas usaron las calles blancas de Popayán y a la Bogotá de comienzos del siglo XIX usaron la empedrada Villa de Leyva. El nivel de realismo fue tan grande, tan obsesivo que usaron 14 llaneros para acompañar a Bolívar, 14 hombres que nunca habían participado en televisión pero que tenían el fenotipo ancestral de la gente del llano, capaz de resistir el rigor de una filmación que captó todos los pisos térmicos, 14 llaneros capaz de andar sin camisa por un páramo y de cabalgar a pelo los caballos más bravos.
A Maduro el realismo de ver caballos morirse de cansancio mientras suben la cordillera y una producción que recordaba las películas más meticulosas de maestros como Luchino Visconti, lo terminó seduciendo. Y esa va a ser la gran apuesta de Caracol, una millonaria super producción capaz de cerrarle la boca a los televidentes más escépticos, como al propio Nicolás Maduro Moros.
