Tengo 30 kilos de sobrepeso, sin embargo no tengo hipertensión, ni colesterol, nunca me enfermo. Soy gordo no por malos hábitos alimenticios, hago ejercicio todos los días y tengo un lastre genético. Es más, toda la vida he luchado contra los estigmas que carga mi condición. Pero la recomendación -que suena a orden- de Claudia López nos hace inmediatamente objetivo de burlas y de la mirada inquisidora de la policía.
Es que es el señor policía quien va a juzgar nuestro peso. Con los abusos que caracteriza a nuestra fuerza pública esto no es muy alentador. ¿Quién nos garantiza que no van a juzgar a todos los medio barrigones como obesos mórbidos con tal de aplicar una multa, de chantajear, de boletearnos? Además está el estigma social. En tiempos de modelos anoréxicos seremos aún más discriminados.
Y pensar que hubo una época en que Papá Noel era sinónimo de la bondad, de salud por su barriga prominente, por sus cachetes rosados. Hoy hasta a él le llegaría una multa.
Primero se metió el presidente con los mayores de 70, ahora con nosotros los gorditos. Es inaceptable. No somos discapacitados ni todos somos portadores de Coronavirus, porque además he visto como nos tratan en redes como infectados. Señora Claudia López, usted como lider y orgullosamente gay, cosa que se le respeta y la hace un ejemplo en Colombia, debería saber lo peligroso que son este tipo de señalamientos. No nos está protegiendo Claudia López, nos está es exponiendo.