Golpeado una vez más por los incesantes actos terroristas llevados a cabo por el grupo ultra islámico Boko Haram, Nigeria lloró la semana pasada la muerte de más de un centenar de personas en la provincia de Borno al norte del país. Uno de los ataques de mayor proporción realizados por los yidahistas tuvo el lugar el 1 de julio con la nueva presidencia de Muhammad Baharí, quien se posesionó el 29 de mayo, perteneciente a la oposición que por primera vez logra liderar el país después de varias décadas de descontento, desempleo y corrupción. Baharí juró aumentar la campaña militar para finalmente lograr derrotar a Boko Haram a quienes se refirió como un grupo que está muy lejos del islam.
Siendo el Ramadán un mes en el cual los musulmanes a través de ayuno, oraciones y de poner a un lado sus deseos, viven de una manera más espiritual y fortalecen más su lazo a Alá. Sin embargo, los combatientes del grupo yidahista, ignorando el significado del noveno mes lunar del calendario islámico, sagrado para el islam, han entrado en mezquitas asesinando a cientos de jóvenes y hombres en plena oración, no conformes con eso irrumpieron en casas de familias en donde asesinaron a mujeres y niños sin compasión alguna. Una nueva ola del terror que deja a cientos de familias sin hogar, a niños huérfanos, a padres sin hijos, a miles de heridos, a toda una población a la deriva que no tiene a dónde escapar de unos terroristas que dicen actuar según la voluntad de Dios. Una realidad incomprensible que por más de cinco años ha sacudido al norte de Nigeria
Nigeria, que se encuentra dividida en dos, siendo el sur donde predomina el cristianismo, es un territorio mucho más estable económica y socialmente a diferencia del norte musulmán, sumido en la pobreza, la hostilidad de la guerra y los asesinatos que desde el año 2013 se han tornado cada vez más violentos y amenazantes. En la zona Boko Haram planea establecer un califato, logrando figurar de manera internacional, y convirtiéndose en una de las sucursales del Estado Islámico en África, a quienes ha jurado lealtad desde año pasado.
Para muchos es incomprensible que un grupo que dice seguir la palabra y el consentimiento de Dios destruya la vida de cientos de personas que son inocentes de los conflictos que tengan los integrantes de este grupo islamita con las políticas del país, sembrando terror y miedo, prohibiendo a las mujeres estudiar o realizar actividad alguna fuera de sus hogares, imponiendo la ley de la Shaira y matando a todo aquel que practique otra religión, yendo en contra de su manera de pensar y contradiciendo sus acciones. Muchas de sus víctimas deben lidiar no solo con la muerte de sus familiares, si no con el secuestro y desaparición sin saber cuál será su destino.
En los últimos días, según miembros del gobierno nigeriano, líderes de Boko Haram estarían comunicándose, buscando un intercambio, entre las 200 chicas que decidieron secuestrar hace más de un año, en abril del año pasado en una escuela en Borno, y a quienes posiblemente aún tienen en su poder como rehenes a cambio de la liberación de sus militantes que han sido encarcelados debido a los distintos actos terroristas. Esta propuesta, de ser cierta, llega en un momento en que los extremistas continúan atacando varias aldeas del norte principalmente en los estados de Borno y Yobe, en donde en ocasiones anteriores se han apoderado de algunas ciudades y han desplazado a miles de personas que en algunos casos logran migrar a países vecinos.
