Con el siguiente recuento de lo que se está haciendo mal en el distrito, cabe entonces preguntarse quién le está echando carreta a quién.
Si hay algo peor que autoridades incompetentes es que estas, en un acto de arrogancia, en lugar de hacer un pequeño alto en el camino y revaluar aquellas acciones de gestión que podrían mejorarse, se lancen a descalificar la crítica constructiva mediante campañas como la reciente #BogotáSinCarreta. Y esto ocurre con el Alcalde Enrique Peñalosa, su secretario de movilidad, Juan Pablo Bocarejo, y buena parte del resto del equipo de trabajo.
Valga pues un breve recuento de lo que no está funcionando en el distrito, pese a reiterados llamados para que las autoridades reevalúen, corrijan o den cuenta de estas acciones:
- El humo de diésel es considerado cancerígeno desde 2012 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), algo que pocos colombianos saben, y sin embargo en la ciudad abundan chimeneas andantes que terminan causando estragos en la salud, ante la negligencia de las autoridades. En otros países, vehículo que contamina en exceso no circula hasta que su propietario lo envíe al taller y haga constar, mediante calcomanía auténtica (no chimba), que ha reducido las emisiones al mínimo.
- Uno se pregunta cómo es posible que el flujo de buses del SITP, teniendo GPS integrado, no pueda ser gestionado más eficientemente desde un centro de control automatizado (controlaban mejor ese flujo los planilleros tradicionales). Con frecuencia uno ve pegados buses de la misma ruta vacíos, simplemente haciendo trancón, y muchas otras veces tardan hasta 40 minutos en volver a pasar, ya repletos de pasajeros.
- En un verdadero contrasentido, la empresa encargada de recoger las basuras en un amplio sector de la ciudad, PromoAmbiental, genera más basura plástica que la que recoge. Hay ocasiones en que los recogedores, por instrucción de los supervisores, incluso meten en las bolsas plásticas supuestamente oxobiodegradables hojas o hierba que se desintegrarían por sí solas en el césped. Quienes manejan PromoAmbiental no tienen ni idea de sostenibilidad, pues en la pirámide jerárquica del manejo de residuos, la primera medida es la prevención, es decir, evitar el uso de materiales que a la postre se convertirán en basura (luego vienen otras como reutilización, reciclaje y como último recurso, la disposición final). Por lo mismo, este método, que además causa sobrecostos y sobrefacturación disfrazada, debe revaluarse y cambiarse por otro menos contaminante.
- No es un secreto cómo los mares se han llenado de plástico. Siendo Colombia potencia en biodiversidad, urge desde hace tiempo un esfuerzo serio, que incluye sensibilizar a la ciudadanía, para evitar consumos innecesarios de plástico y otros materiales no biodegradables como el icopor, separar basuras y hacer un mejor manejo de residuos. En América Latina, la ciudad mexicana de Querétaro acaba de poner un gran ejemplo al prohibir las bolsas plásticas en los comercios, algo que Bogotá debería emular. Y hace tiempo que en lugar del tercermundista relleno de Doña Juana a Bogotá-región le está haciendo falta una buena megaplanta de reciclaje.
- El horizonte verde del patrimonio paisajístico que representan los cerros orientales, emblema y reserva de Bogotá, se ha seguido deteriorando con la construcción de altos edificios en las faldas o incluso en plena ladera de las montañas, a falta de curadores apegados a la ley (como bien delimita el artículo 58 de la Constitución), una mayor veeduría de las autoridades y medios de comunicación, autorregulación de los constructores e incluso un límite de alturas por decreto.
- En los pasados dos años la ciudad se llenó de separadores viales amarillos instalados en puntos innecesarios o en cantidades exageradas, lo que explica que el distrito, vía la Secretaría de Movilidad, haya destinado más de 32.400 millones de pesos a estas cuestionables obras (contratos SDM-LP-007-2016, SDM-CMA-008-2016, SDM–LP-053-2017 y SDM-CMA-087-2017). Además de los recursos dilapidados, aquí también aplica el principio de austeridad y ahorro de materiales que debe regir el diseño y la ejecución de obra pública para que sea ambientalmente sostenible (evitar el uso innecesario de materiales que a la postre se convertirán en basura). Sobra decir que con toda esta plata bien podrían reparcharse huecos en las calles que llevan años o suplir muchas otras necesidades.
Hay acciones acertadas que deben reconocerse como la construcción de colegios o de parques públicos (ojo, siempre y cuando sea con transparencia, eficiencia y austeridad en el manejo de recursos públicos, y tomando en cuenta los reclamos reales de la ciudadanía). Y ojalá el proyecto del metro que la ciudad tanto necesita, con transparencia, eficacia y eficiencia en la contratación, por fin se vuelva realidad.
Pero ante este breve recuento de cosas que se están haciendo mal en el distrito, cabe entonces preguntarse quién le está echando carreta a quién. ¿#BogotáSinCarreta?