«La Cenicienta» es uno de los últimos ballets que compuso Sergei Prokofiev. Se estrenó en el teatro Bolshoi de Moscú en 1945 y a lo largo de este medio siglo de vida ha recibido la visita de un buen número de coreógrafos que han encontrado en la música de Prokofiev y en el cuento de Perrault un buen escaparate para su creatividad.
Entre las versiones más recientes destacan propuestas tan distintas y encantadoras como las de Nureyev para la Ópera de París o de Maguy Marín para la de Lyon. Maillot ha creado una «Cenicienta» muy personal tanto en la presentación (la onírica escenografía combina sencillez, limpieza, misterio y monumentalidad) como en su caligrafía coreográfica.
A pesar de una lectura excesivamente abstracta para un ballet narrativo como éste, y de «originalidades» que poco aportan, como el protagonismo del padre de Cenicienta, la dualidad madre fallecida-hada madrina (que baila la misma intérprete) o la incomprensible ausencia del zapato de Cenicienta, el coreógrafo francés traza con pulso firme la letra de la historia y consigue un espectáculo interesante, atractivo, rabiosamente moderno y, en su segundo acto, brillante e imaginativo.
Hay ingenio, talento e inteligencia en su coreografía, pero por momentos (el paso a dos entre ambos protagonistas es el mejor ejemplo) en que Prokofiev se le escapa vivo. La seductora música del compositor ruso no encuentra en el movimiento el lirismo y la sensualidad que pide a gritos, y el baile brilla por su ausencia para dejar paso a saltos, giros y movimientos que poco tienen que ver con lo que el foso (demasiada blanda la dirección de Nicolás Brochot) está cantando en ese momento.
Con todo, esta «Cenicienta» de Maillot es un magnífico espectáculo. Y lo es en parte por sus intérpretes, con mención especial para las protagonistas femeninas, Aurélia Schaefer (a quien, sin duda, se podía haber sacado mayor partido) y Bernice Coppietiers. La compañía, por otra parte, se muestra sólida, perfectamente dirigida, consciente de lo que hace, con notables intervenciones.
*Tomado del diario ABC