¡Bogota huele a meados!

¡Bogota huele a meados!

"Orines por aquí orines por allá, orines por aquí y por allá, orines por todas partes"

Por: William Pulido Cardozo
junio 16, 2017
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¡Bogota huele a meados!
Foto: Colombia.com

Bogotá hoy es un gran sanitario con una particular diferencia no es un sanitario cualquiera como el que se encuentra en tu baño o en el mío: ¡No! Sse trata de un sanitario que simbólicamente se encuentra representado en cada esquina, debajo de cada puente peatonal, vehicular, en cada pared, poste, árbol, llantas de carros estacionados, en cada cerca, esquina desolada y/o parque público de Barrio. Bogotá huele cada vez más a meados por muchas partes, por más partes de las que solía oler en el pasado, pero dicho olor se percibe con más fuerza en aquellos momentos en los que el sol con todo su esplendor hace su aparición, pues en las noches y días de lluvia el olor es menos perceptible, pero igual es una marca que se multiplica por toda la capital con registro propio: Made in Bogotá, pues “Colombia es pasión” “Bogotá es orines”.

Tristemente tengo que decir que esta capital ha venido y está siendo descomunalmente marcada con meados, convirtiéndose más que en territorio de paz en territorio de incómodos, molestos y antihigiénicos pantanos de “agüita amarilla”, tal vez nunca los Toreros muertos imaginaron que la fama de su canción coincidencialmente llamada mi agüita amarilla se iba a convertir en un icono de la capital Colombiana: París la ciudad luz, Nueva York Capital del mundo, Medellín eterna Primavera y Bogotá “capital de meados ”.

En últimas se trata de otro tipo de contaminación: Contaminación olfativa, ¿Curioso no? es como si viviéramos no tanto en un eterno sueño onírico, sino en un eterno sueño orínico, orines por aquí orines por allá, orines por aquí y por allá, orines por todas partes; se trata de una ciudad hecha a la medida de los machos pregonando ese lamentable lema: “Lo que nada nos cuesta, volvámoslo fiesta”, pues así lamentablemente es el tratamiento que hemos venido brindándole a lo público (en este caso al espacio), lo público es de todos pero ¿tierra de todos, tierra de nadie?. Yo sinceramente creo que usted sabe de lo que le estoy hablando, pues en algún momento de su apresurada vida tal vez haya sido damnificada (o) por esta situación atípica pero hoy muy típica de Bogotá, pues es muy común ver a más “machos” meando en la calle que a los mismos perros alzando su pata y orinando, pero dígame usted ¿Qué podríamos hacer? por ejemplo ¿Qué cada “macho” salga con su “dueña” y ella a su vez lleve una bolsita o un trapito para que vaya secando por donde su “macho va pasando”? pues por donde va pasando va meando el sinvergüenza…

La situación contemplada en el código de la policía es letra muerta, porque se les sale de las manos a los policías controlar este tipo de comportamiento además, este no es un problema de carácter policivo es algo así como una “Pandemia” tomada en algunos casos como moda, propagándose cada vez más y más, saliéndose de las manos tanto de las autoridades como del ciudadano común, (por lo menos de los que sentimos que esta situación se ha convertido en un problema de salud pública) porqué…me pregunto, ¿Qué haría usted al ver a un hombre miccionando en la calle?, le diría: ¡Chite perro chite!, ¿Le lanzaría una piedra indiscriminadamente? o ¿Tal vez? se le acercaría con profunda educación, le daría la mano (la que este desocupada claro está) y presentándose usted le diría: Señor eso no se hace ¡orine por favor en su casa, en la tienda, en el centro comercial!…¿Será que se trata de un problema más biológico-anatómico que cultural? ¿Será la imposibilidad de controlar ese maldito instinto de sacar el “miembro” donde sea y mojar la ciudad? o ¿Simplemente se trata de un problema de educación? tal vez si nos remitimos al Psicoanálisis podríamos extraer interesantes análisis por ejemplo, aquellas relaciones de poder que puedan emerger de la manera como cada quien acude a la posición adecuada para miccionar: El macho de pie la “hembra” sentada, el macho no debe bajarse parte de su pantalón, la “hembra” sí quedando casi al descubierto para los ojos del transeúnte común, puede ser una de las diversas expresiones del “complejo de castración”: Yo tengo falo tu no, por lo tanto lo saco donde sea y orino: ¡Yo tengo el poder!... ¡Orino, luego existo!…

Para mí era un deber, una denuncia y una especie de catarsis (“micción simbólica” creo yo), poder describir con palabras algo que con nuestros ojos y narices, ya hemos venido percibiendo en repetidas ocasiones y acepto la corrección: Toda Bogotá no huele a meados, ni en toda Bogotá roban, pues así como usted podría afirmar que la invasión de orines no la(o) ha afectado hasta el momento, yo podría de igual manera afirmar que a mí hasta el momento en esta ciudad no me han robado, lo cual no quiere decir que en el futuro cercano o lejano tanto a usted como a mí en alguna medida nos afecte la situación en cuestión, mejor dicho, la invitación es evitar exclamar: “de esta agua no beberé”, pero también la invitación es desde el conjunto de estrategias y acciones que cada uno piense y sienta estén a su alcance emprender y realizar, para evitar, frenar o concientizar a todos aquellos quienes sabe usted son protagonistas o potencialmente futuros protagonistas de la ola expansiva de orines sobre la capital, la invitación es desarrollarlas, no lo piense dos veces y hágalo.

¿Usted hace lo que puede? o ¡lo que le toca!, es válido todo, o casi todo, siempre y cuando no sea con violencia, es decir: “El chite perro, chite…” no lo creo conveniente, pero con la creatividad como punto común de encuentro entre usted y yo, la gran invitación es a comenzar por algo, yo por ejemplo quise plasmar este malestar en el presente cuerpo de palabras, con las cuales quiero concientizarlo para que deje de “mear” indiscriminada y deliberadamente en la calle (si no lo hace haga caso omiso de esta invitación) eduque su cuerpo y comprenda que su misión es controlar su micción, pues una “orinadita” en casa, vale más que mil palabras, logrando así no solo cambiar la imagen sino el aroma de la capital, para por fin poder un día decir: Bogotá es la Atenas Suramericana por su cultura ciudadana y no el sanitario colombiano. ¡Viva Bogotá pero libre de meados, por lo menos de los “suyos” y de los míos!... W.P.C.

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