Esto es exactamente lo que sentimos todos los días los que vivimos en esta ciudad y tenemos toda la razón. No es sino mirar cómo transcurre nuestra cotidianidad. La hora de ejercicio diario en la calle, en los parques, salió totalmente de la agenda porque la posibilidad de ser víctima de un atraco casi que no tiene escapatoria, independientemente de la hora, desde la mañana hasta el medio día para no mencionar la noche. Lo más grave es que primero matan o hieren gravemente y después roban, es decir, no se trata de solo atracadores sino de asesinos. Es hora de llamar esta inseguridad y sobre todo a sus actores por su nombre. Y atacan no solo con armas de fuego o cuchillos sino hasta con piedras de esas que abundan en las destrozadas calles de muchos lugares de la ciudad.
La necesaria sacada de la mascota a la calle se volvió una actividad de alto riesgo. Y no hay hora, ni lugar para evitar la posibilidad de ser atacado por muchos ladrones que se movilizan generalmente en moto. Hemos visto estas escenas a plena luz del día y por la noche en sitios distintos de la ciudad. A este panorama se agrega el incremento en asaltos a almacenes y en particular a restaurantes donde los comensales a lo largo y ancho de la ciudad no tienen tampoco ni hora ni zona de Bogotá donde puedan acudir con seguridad. Es decir, salir a comer produce mucho miedo lo que además del pánico que genera puede tener un efecto muy negativo en un sector que no logra reponerse del todo del freno que sufrió en 2020.
Lo más grave de este escenario es la actitud de las autoridades que deben garantizar la seguridad ciudadana a 8 millones de habitantes de esta ciudad. Se trata de la alcaldesa, del presidente, del comandante de la policía de la ciudad e inclusive de todos aquellos cuyas decisiones afectan finalmente los niveles de riesgo a que están sometidos los habitantes de Bogotá. Se les ve indiferentes, desconectados frente a la realidad, sin ninguna coordinación entre ellos para no hablar de diferencias que finalmente pagan los ciudadanos.
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Lo más grave del escenario es la actitud de las autoridades que deben garantizar la seguridad ciudadana a 8 millones de habitantes de esta ciudad
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La estrella de la ineficiencia se la reparten la alcaldesa y el presidente. Con sus actitudes Claudia López socaba cada vez más su imagen: frases de esa prepotencia que nos tienen saturados; posturas inadecuadas con las que cree que resuelve la situación que crea; chistes de mal gusto y todo esto le demuestra a la ciudadanía su incapacidad de actuar eficientemente para tranquilizar a la población. Para no hablar del presidente Duque que sigue en las nubes convencido que lo que pasa en la capital del país pertenece a otro planeta.
De frente toca decirles que nos sentimos abandonados ante la ineptitud de quienes deberían estar realmente al frente de esta ciudad, nada menos que la capital del país. La cuenta de cobro ya se les está pasando, pero parecería que no se dan cuenta y creen que tienen tiempo para remediar su mala imagen. Pero no, los ciudadanos sí tienen memoria y han aprendido que tienen poder político y además capacidad de ejercerlo. Bogotá está invivible y ustedes tienen la responsabilidad de actuar ya porque el tiempo se les acabó.
@CeciliaLopezM