En lo que hace referencia al caos vehicular en Bogotá, el punto más crítico se encuentra ubicado en el sector comprendido entre el Cementerio de la Inmaculada, Usme, Usaquén y Bosa, es así como dentro del perímetro que se encuentra entre estos cuatro sectores, es imposible hablar de movilidad a cualquier hora del día y buena parte de la noche.
En este lugar, las vías rápidas son demasiado angostas, en total tienen una extensión de 313 kilómetros, se encuentran ubicadas justo sobre los andenes de las avenidas más transitadas y se les suele llamar “Ciclorutas”.
Para los habitantes de esta gran urbe, resulta de gran incomodidad tratar de movilizarse en sus autos particulares e incluso en el transporte público (bien sea de color blanco o amarillo), esto debido a que los senderos dispuestos a lo largo y ancho de la ciudad para su tránsito, se convierten en grandes filas de autos debido a los tortuosos embotellamientos; en ocasiones se hace indispensable apagar los motores, convirtiendo a este punto crítico capitalino en el parqueadero más grande de Colombia.
¿Porque no adaptar modelos exitosos de otras grandes urbes del mundo donde ha sido posible minimizar un poco el alto impacto de los embotellamientos?, ¿Hasta cuándo seguiremos pensando que la bicicleta es un medio de transporte propio para personas de bajos recursos, logrando desincentivar psicológicamente su uso?, ¿En qué momento el pensamiento colectivo le atribuyó el adjetivo de “persona exitosa” a aquel que se transporta en auto particular y a llamar despectivamente “ciudadano de a pie” a quien se moviliza en el transporte público?, ¿Alguna vez tendremos una conciencia ecológica lo suficientemente desarrollada como para pensar en el mundo que le heredaremos a las futuras generaciones?.
Son muchas preguntas, multiplicidad de respuestas también, opiniones encontradas, teorías fantasiosas y fe excesiva en que la construcción del metro sería la solución a todos los problemas de movilidad de la capital colombiana. El de Bogotá no es un problema de alcalde, no es un problema imposible de solucionar, es una situación caótica donde todos tenemos parte de responsabilidad y donde esperamos a que alguien se le ocurra una genialidad mientras que todos y cada uno de nosotros seguimos contribuyendo a que Bogotá sea un lugar más y más congestionado.
Está claro que Transmilenio no es la solución, más rutas de buses en funcionamiento solamente lograrían que sus monopolizados carriles exclusivos también se convirtiesen en parqueadero de estos detestables buses articulados... pero... ¿Qué hacemos?... ¿Culpamos a Petro?, ¿Qué transiten solamente los automóviles matriculados en Bogotá?, ¿Desaparecemos los amplios separadores de las grandes avenidas incluyendo sus sistemas de desague de aguas sucias y los convertimos en más carriles?. Así como se encuentran miles de interrogantes sin solución aparente, también se suelen encontrar interrogantes que plantean alternativas dentro de su estructura gramatical, las cuales llevan un alto contenido de razón y de lógica pero que desafortunadamente se harían insostenibles en el tiempo debido a que día a día se venden en promedio 250 automóviles (entre nuevos y usados) en la capital.
Los habitantes de esta gran ciudad, seguiremos viviendo las inclemencias de la ausencia de movilidad en nuestras calles, el aumento desmedido en los niveles de ruido y contaminación y la alta presión social de aquellos que comúnmente te preguntan: -¿Oye tú de corbata y andando en Transmilenio o en tu bici?, ¡Huevón cambia de trabajo que no ganas lo suficiente, Osea!-.
@candresppulido