En la presentación en sociedad de su vicepresidente, El presidente Santos dijo ayer en Kennedy que necesita un interlocutor nuevo en la alcaldía, y que tiene listos tres nombres para la gerencia de Transmilenio. Horas más tarde Canal Capital hizo un especial mostrando cómo la antigua amistad de Vargas Lleras con Alberto Ríos, denominado el zar de las basuras y sindicado de originar el caos en la prestación del servicio que terminó con la destitución e inhabilidad del alcalde, influía en la financiación y la postura de la campaña del partido Cambio Radical y mostraba un botón: el hijo del zar había sido llevado al concejo de Bogotá de la mano del candidato a vicepresidente. Preguntado sobre el tema por el medio, Vargas Lleras, molesto, se negó a hacer declaraciones.
El asunto aporta más confusión, y hace pensar que el complot de que habla Petro tiene por lo menos indicios de certeza.
Conocidas las sentencias de tutelas del Consejo de Estado y una sala del Consejo Superior de la Judicatura, a la ciudad sólo le queda esperar las medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. “Que ya están listas, porque hay una opinión casi unánime en favor de Petro”, dijo ayer un periodista de RCN que cubre Washington. ¿Cómo quedan entonces las relaciones entre el presidente y el Alcalde de Bogotá después de este destape de cartas, si sucede en la CIDH lo que todos estamos esperando?
El presidente, de quien se dice es un buen jugador de póker, está jugando con cartas marcadas, pero al contrario de lo preconiza, lo está haciendo en contra de la ciudad