Miller Lagos es un artista prolífico porque son incontables los viajes de la conquista de América y sus polos que él recorre mientras piensa en los misterios del espacio en el agua y en la naturaleza. Tanto que en cada visita al taller tiene un nuevo proyecto, podemos decir que es un navegante astronauta, un explorador botánico, un geógrafo de territorios donde los ríos convergen en un mítico árbol que derrumbaron los Ticuna o un ingeniero mecánico que construye barcos el papel egipcio para navegar en el Nilo. Todo es posible en ese recóndito ser donde la realidad y la imaginación van de la mano. Y todo lo posible es imposible.
Nació en Bogotá en 1973 de una madre soñadora que siendo enfermera buscó su nombre en los archivos del hospital donde trabajaba para que su nombre fuera único y encontró Miller, -que en inglés significa molino y su apellido es Lagos. Y como su nombre lo indica el agua es parte fundamental de su vida y de su imaginación: el agua y el molino son los factores de la tierra que con la mecánica nutre. El agua para él es el ritual mágico con el que produce árboles de papel y lagos de colores en resina. A parte y como un milagro tiene una familia feliz y afortunada en la vida.
La cápsula del Tic Tac es una instalación para los intrépidos del universo porque está preparada para conquistar a Jupiter. Por eso sus territorios son ríos sin cauce, árboles eternos que explora buscando límites del papel periódico. Y un jardín para sobrevivir en el espacio.
El libro de cabecera de Miller Lagos es En busca del confín del mundo donde La Antártida es el territorio a conquista: el autor, el astrofísico colombiano Juan Diego Soler nos cuenta cómo con el apoyo de la Nasa pudo lanzar a la estratosfera un telescopio robótico por un globo de helio para ver la luz más allá de las estrellas. Y por eso viene a la exposición una detallada reflexión de la vía láctea reflejada en un bote abandonado en el río Amazonas. Se lo trajo y lo pintó de negra noche. Las estrellas es uno de los problemas más antiguos de la astronomía, pero también los más difíciles.
“Las estrellas están compuestas principalmente de hidrógeno, helio y otros elementos más pesados. Estos elementos corresponden al 15% de la materia que los compone. Cuando esas nubes de gas se concentran y colapsan por efecto de la fuerza de gravedad, se producen enormes presiones en su interior que desatan reacciones de difusión nuclear que liberan su energía en nubes de gas al finalizar su existencia. Ese es el mismo mecanismo que alimenta al sol y las demás estrellas”. La obra lleva como título “El camino de la Danta”. Eso es lo que busca en el trabajo Miller Lagos. Ir más lejos de lo previsible. Y esa luz, la produce con fibra óptica.
Su geografía no tiene límites. Solo paradigmas que tratan de volver al origen de la conciencia de las cosas. Sin duda, es un inventor constructor de objetos donde se liberan otros estratos de energía. Donde se une la trigonometría de las posibilidades que la soluciona con su mecánica de ingeniería artística. Todo parece, pero no es. Y nos muestra el momento cuando la realidad es ficción.
Son mundos que se encuentran en medio de las artes a través de un mecanismo invisible. Suelos incógnitos que describen estrellas, ilusiones que llegan a ser inquebrantables enigmas. Navegantes que sobreviven y otros que sucumben en ese mundo suyo donde intenta continuar la historia donde la memoria y el tiempo mientras tienen la posibilidad de desenmascarar las apariencias. Todo es un simulacro. Por eso el Tic Tac es una nave cubierta de periódicos para que la memoria quede filtrada por intereses del momento y donde muestra la verdad insípida de las noticias locales que se olvidan al día siguiente.
Los videos registran otras búsquedas donde el protagonista es el árbol que respetaron en Cali entre las vías de tráfico, el árbol milenario en el Amazonas o la ficción de un hombre solo que sobrevive en un tanque de agua en la supuestamente inundada ciudad de Nueva York.