Nueve muertos, 400 detenidos y más de 2 mil riñas fue el saldo trágico que dejó la celebración del 3 por 0 de la Selección Colombia frente a Grecia en el Campeonato Mundial de Fútbol Brasil 2014. Cifras dadas a conocer por el alcalde mayor de Bogotá, Gustavo Petro.
No sirvieron de nada las palabras de José Pékerman de que no se ha ganado nada y de James Rodríguez que se celebrara con mesura. Si no le hacen caso a estas dos figuras, entonces estamos en manos de un poco de personas que no se autocontrolan con la ingesta de alcohol o sacan lo más primario del ser humano: la violencia.
Nuevamente el fútbol se ve en medio de muertes. Parece que se olvidó que el 2013 fue un año con varias pérdidas de vidas entre hinchas de diferentes equipos rivales en la capital de la república. Ahora la excusa para matarse es un hecho positivo como una victoria en un Mundial.
Este tipo de situaciones lo que generan es que algunas personas negativas digan que es mejor que al onceno nacional no le vaya bien porque sino se mata la gente.
La intolerancia y grado de violencia es tal que ahora las autoridades le temen a que las personas festejen en sus hogares y barrios. Lugares que en vez de ser espacios seguros, se convirtieron en escenarios de muerte.
El asunto llegó a tantas desproporciones que la Administración Distrital tuvo que decretar pico y placa todo el día, el 19 de junio, debido a que el pasado 14 del mismo mes, los vehículos fueron presa de ataques. Otro punto generador de peleas.
Con este tipo de comportamientos nuevamente se abrió el debate sobre la regulación a la venta de licor en algunas zonas Bogotá, aumentar el pie de fuerza y los controles. Todo lo anterior, lo que ocasiona es que se destine mayor recurso humano y tecnológico para los borrachos y no para otros delitos graves como los hurtos y el fleteo, por ejemplo.
El mal manejo de las emociones, el exceso de alcohol y de la intolerancia se unen a otros aspectos abyectos de algunos que no saben lo que es la convivencia, ni mucho menos la cultura ciudadana. A lo anterior se suman los pésimos comportamientos en Transmilenio (agresiones a mujeres y hurto de celulares), otros como el desperdicio de agua, sacar la basura en horarios que no son los establecidos, maltrato animal y la agresividad en las vías, son tan sólo ejemplos de que se está involucionando.
Personalmente creo que la situación tiende a empeorar porque es un asunto de estructura cerebral. Algunas personas no tienen en su mente nada más allá de sobrevivir como sea, egoísmo, pasar por encima del otro, lo que conlleva a un irrespeto por la integridad de sus similares y el menosprecio por la vida. Así es muy complicado avanzar hacia una mejor ciudad.