¿Qué tienen en común un abogado que trabaja como secretario de educación en una pequeña alcaldía de Antioquia, un estudiante de PhD en Historia de una de las más prestigiosas universidades públicas del país y el nieto del creador de la válvula de Hakim?
El término "bodegas" es muy conocido en las redes sociales, sobre todo en el ámbito político. Tiene marcadas diferencias en su estructura, dependiendo del lado del espectro ideológico en el que se encuentren; las bodegas de izquierda actualmente prefieren saturar con comentarios en defensa y a favor del gobierno. Prefieren grandes volúmenes de usuarios; grupos de 30 personas coordinados por una persona desde Telegram les facilitan sobre qué van a hablar, qué van a responder por si algún opositor se atreve a contrariarlos.
Normalmente no utilizan fotos ni nombres propios y tienen pocos seguidores. Solo los influencers que ya han tenido un renombre y muchos seguidores son los pastores de esas manadas de ovejas en las redes.
Las motivaciones son muy particulares, pero siempre concluyen en la necesidad de tener un teletrabajo fácil que les de tiempo para alguna otra actividad. Por eso para un estudiante de posgrado es ideal ser bodeguero. Por eso la oveja negra de la familia de médicos, el único que no estudió y está desempleado, puede tener ingresos solo utilizando el celular y sin interrumpir sus secciones de gimnasio al aire libre en algún parque del norte de Bogotá y un abogado puede apoyar lo suficiente un gobierno como para que lo nombren secretario en una alcaldía retoma.
El problema con grupos tan grandes siempre será el manejo del personal. Nace la discordia, el desacuerdo, las peleas, las amenazas, las fracturas; grupos se dividen y nacen nuevos subgrupos. Se ha vuelto un ecosistema alrededor de lo que una cabeza principal en la cima de la pirámide quiera que sea el tema a tratar, pero cada grupo y subgrupo decide hacerlo actualmente a su manera; por eso es tan común ver cuentas que amenazan a usuarios con todo tipo de reprimendas, desde revelar información personal hasta amenazas de muerte.
Por eso actualmente es común escuchar la expresión: "el problema no es Petro, son los petristas".