Cuando cumplí años, fue grato ver en el muro del Facebook como algunos de mis amigos me felicitaban y me auguraban bendiciones por parte de Bochica. Pero lo más curioso fue ver como algunos compañeros de trabajo me preguntaban en tono sincero: “hombre polo ¿Quién es Bochica?” o “¿qué es eso de buchico?” o “¿eso como que es un mito?”
¡Por las ricitos del divino niño! Como puede estar pasando esto en este país mestizo del sacrosanto corazón de Jesús.
Respirando hondo y en tono conciliador, respondí que Bochica era algo así como el Jesucristo criollo y todos soltaron una carcajada (incluyéndome) pero… ¿Por qué habría de estar equivocado?
Retomemos algo la cosmogonía chibcha. En el principio estaba el creador, Chiminigagua, en cuyo interior reposaba la luz de todo, un día decidió amanecer y distribuir la luz que llevaba dentro por todo el inmenso vacío, creando una bandada de aves negras distribuyó las luminarias por toda la incipiente creación, luego de esto se dedicó a lo que se dedican todos los dioses creadores, a crear cosas, de modo que paso por una esquina y creó el sol, se rasco por un lado y sacó la luna, pensó en las estrellas y estas aparecieron, sintió deseos de orinar y los ríos surcaron las llanuras. Luego de esto- como todos los dioses creadores- pasó a un segundo plano, se retiró a su sitio de descanso y se dedicó a contemplar su obra y ver que tal funcionaba. Ya en la tierra, de una laguna salió tremenda mujer, hermosa por donde se le viese, llamada Bachue, está, como toda diosa que se respete, sacó de la misma laguna, como quien saca un as debajo de la manga, a su complemento masculino, el problema es que falló en calculo y lo trajo de tres años de edad, de modo que le tocó darse a la tarea de criarlo, y cuando ya estuvo grandecito, le dijo cositas al oído, y este ni corto ni perezoso las acepto, y como conejos en pastizal, palomas en edificio o familia desplazada y sin empleo, fueron fecundos hasta decir no más; poco a poco fueron poblando el mundo
Al final, ya ancianos, vieron que ya habían hecho suficiente (y sí que hicieron) dejaron una serie de recomendaciones de carácter moral a la infinidad de hijos que tenían, se sumergieron nuevamente en la laguna, se convirtieron en serpientes y desaparecieron. Sus descendientes –los muiscas- quedaron dispersos en esas prosperas tierras, y empezaron a vivir la vida como mejor podían: se dividieron en estratos sociales, distribuyeron su riqueza inequitativamente; el grueso de la población trabajaba de lunes a viernes de sol a sol y los fines de semana los dedicaban a un nuevo y prodigioso invento: la chicha. En este desorden existencial, cuando todo parecía no tener arreglo, de tierras del oriente, por los lados de los llanos y entrando por Pasca, apareció un hombre de larga barba, cabello cano trenzado alrededor de su frente, descalzo y vistiendo una larga túnica (al parecer eso de piel blanca y ojos azules fue un aditamento de los conquistadores)y como bus de servicio público, peregrinó por Bosa, Fonabon (¿Fontibón?), Bacata (Bogotá), Serrezuela, Zipacon y Cota, luego tomó rumbo a Tunja, por ultimo a la provincia de Iraca (Sogamoso) donde se metió en una cueva y en ella recibió a los distintos caciques de la zona que acudían en busca de consejo. (Una idea que posteriormente seria reencauchada como concejos comunitarios). Según las malas lenguas murió en este sitio, otros afirman que se desplazó hasta Iza, allí estampó en una piedra la huella de su pie y desapareció. Durante todo este recorrido, por donde pasaba causaba sensación, a tal punto que en ocasiones era necesario cavar fosos para que la muchedumbre no lo aplastara. Predicaba sobre aspectos morales, la idea del alma, la importancia de las buenas obras y el castigo de las malas acciones, la austeridad, la compasión, la vida después de la muerte (¿esto no sería también otro aditamento español?) y de paso enseñaba a hilar, tejer, pintar, esculpir, fabricar cerámica, cultivar y cuanta cosa útil se le ocurriera. Era tan sabio que fue considerado como el mensajero del creador y elevado su nombre a divinidad, -adquiriendo el apodo de Chimisapagua- y en cada aposento que abandonaba se le erigía un santuario. Finalmente abandonó estas tierras, bien sea porque murió o porque se elevó a los cielos; es más, algunos eruditos afirmaban que este personaje había venido en repetidas ocasiones al pueblo chibcha, solo que este, gracias a las borracheras de la chicha olvidaba todo. Una vez ausente el héroe civilizador, salió cual gamonal de pueblo el cacique Nompanem, que hizo correr el cuento de que él había sido asignado como depositario de todo el poder y la sabiduría de Bochica; el tipo este tenía cierto don de clarividencia, comprendió que de aquella muchedumbre algo indisciplinada poco se podría sacar, que pasarían los años y los siglos y ellos, sus hijos y los hijos de los hijos de sus hijos seguirían igual de tercos, optó por formalizar las enseñanzas del sabio y transformarlas en normas y leyes; ya dejarían de ser simples enseñanzas, ahora serían la ley, y se cumpliría, y el que no la siguiera o la ignorara bien podría vérselas con él y sus secuaces. Para bien o para mal, el pueblo lo aceptó. Pero como en todo sitio hay espacio para charlatanes, muy al estilo de políticos en campaña, pastores cristianos, curas de parroquia y gurús gnósticos, no faltó el avivato que se las dio de nuevo depositario de los poderes del semidiós, -el cacique Idacansas- se arropó de poder, invocaba tormentas en época de sequía y sequía en épocas de lluvias, traía y quitaba plagas, curaba enfermos, hacia hablar mudos y ver ciegos (o como hoy en día, hablan los ciegos y ven los mudos) a tal punto que algunos historiadores cayeron en la trampa al considerar que Bochica e Idecansas eran dos figuras para un mismo personaje. Astuto el hombre, pasó a la historia como todo un Walter mercado o un pseudo padre chucho. Como las cosas iban de mal en peor, los chibchas sumidos en su desorden, muy a pesar de las enseñanzas (ahora normas) de Bochica, completaron el cuadro; apareció otro ser mitológico, una nueva mujer ( o tal vez la antigua madre aburrida en el fondo del lago con su prostático compañero) la voluptuosa Huitaca, que cual estrella de reguetón o presentadora de programa de farándula, incitó a todos a llevar una vida licenciosa y desordenada, a olvidar los aburridos preceptos del viejito barbado, a expresar libremente la sexualidad, no reprimir sus instintos básicos, a disfrutar de los placeres que la vida da (como me recuerda a Flavia dosantos) por cosas de sentido común todas las personas le siguieron la idea (los conquistadores considerarían esta mujer como una nueva representación del demonio).
Ella como la vil representación del mal sobre la tierra, fue donde uno de los dioses tutelares de los muiscas, el gran Chibchacum, que ya estaba bastante molesto por el desorden que estaban montando esos indios perniciosos, y le sugirió que le pusiese tatequieto a esa chusma, y este ni corto ni perezoso descarrió los ríos Sopo y Tibito hacia el rio Funza lo cual desencadenó la inundación de toda la sabana. La multitud pecadora clamo ayuda a Bochica, y este, paciente y generoso como todo buen dios, bajo de sus paradisiacas dimensiones, apareció en lo alto del Tequendama, con su báculo abrió las peñas creando un paso por donde el rio escapo con sus aguas diluviales; había nacido el salto del Tequendama. Molesto con la seductora Huitaca, la convirtió en lechuza y al dios Chibchacum lo castigó con la pesada labor de sostener sobre sus hombros la inmensidad del mundo
Finalmente sobre el arcoíris que se formó tras el magnánimo portento, selló su alianza con aquel pueblo, el mismo que siglos más tarde faltaría a su promesa de amistad con aquel dios, convirtiendo el salto en desagüe de sus cagaderos.
Por desgracia el vencedor siempre cuenta la historia como él quiere que sea contada y de paso entroniza su dios sobre altares ajenos, y en un abrir y cerrar de muchos ojos inocentes, Jesucristo con su cruz símbolo del sufrimiento, se convertiría de ahí en adelante en el amo y señor de estas tierras, y a sus vicarios en sus dignos y fieles representantes, administradores, aniquiladores.
La religión me tiene sin cuidado, pero si necesitara creer, optaría por Bochica, primero es tan colombiano como yo, recorrió caminos que posiblemente he recorrido, escuchó el canto de mirlas, toches y cucaracheros, hasta me gustaría imaginar que un día cualquiera estuvo de pesca por el magdalena. Como jocosamente le he dicho a alguna amiga cristiana, no es un dios extranjero, no viene de tierras desérticas, que mal llaman la tierra prometida, poblaba de locos y fanáticos. por lo visto compartió un discurso semejante al de Jesús, al parecer hacia milagros como Jesús, no tenía nada que ver con el loco Yahvé, cosa que Jesús al parecer trataba también de remediar. Y lo más importante no tiene sobre sus hombros la carga de una iglesia criminal custodia de sus enseñanzas (¿?)
Curiosamente, aunque la gran mayoría de mis compatriotas continentales se declaran abiertamente católicos o seguidores de alguna de las variadas y variopintas corrientes cristianas, seguimos siendo fieles adeptos de los viejos cultos americanos. Muy a pesar de lo que digan y traten de negar, somos una población con clara tendencia politeísta y panteístas, la idea del monoteísmo la comprendemos en las hojas de los libros, pero en nuestro interior nos gusta vernos protegidos por los dioses lares (animas y ángeles guardianes) por los dioses o espíritus elementales (san francisco, santa marta, la virgen de la candelaria) o por las huestes divinas que asciendes escalón por escalón en la cosmogonía mestiza (el divino niño, la virgen de Guadalupe, el señor caído de Monserrate), conjuramos a toda hora cada situación de riesgo con la señal de la cruz, invocamos lluvias esquivas en misas de rogatoria, caemos de espalda y con la mirada perdida, como embriagados por hierbas mágicas, en multitudinarios cultos; los floridos consultorios de brujos y chamanes (la gran mayoría simples timadores) siempre tienen su agenda llena, y en las noches tranquilas y silenciosas de los pueblos, al amparo de la presencia de los abuelos, nuestra piel se eriza al escuchar las historias de duendes traviesos y libidinosos, brujas zoomórficas vampiras, demonios aéreos pululando por todas partes, muertos sin descanso, y en lo profundo de las montañas seres letales como la patasola y la madremonte
Jesucristo solo lleno ese vacío de necesidad, de magia que los dioses remotos dejaron al ser aniquilados por el olvido de la conquista y la colonia. Pero podría jurar que si hoy se levantase la iglesia bochiqueriana tendría su buen grupo de seguidores. Tal vez, si un día de estos me harto de hacer todo lo que hago todos los días, y al modo de los mafiosos busco el dinero fácil; le cambie la razón social a la iglesia que invente una tarde de ocio: de iglesia cosmológica cuántica cristiana carismática internacional) por iglesia cosmológica cuántica bochiqueana carismática nacional, como siempre, solo se cobra el cinco por ciento de diezmo y se da Herbalife a la salida.
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