¿Billete narco en la campaña de Petro Presidente? Desde los años setenta andamos en esas… Con o sin el conocimiento de los candidatos beneficiarios.
El impacto del novelón de doña Day, el exdiputado Nicolás, la señora Laura, sobre la legitimidad del gobierno nacional, del presidente, es indiscutuble. Pero, en realidad, es un hito, tan solo uno, en décadas de cultura narca que ha invadido la política, la economía y permeado los valores.
El gobierno Petro tenía el propósito de emprender cambios. No solo los de tipo programático, con los que se puede o no estar de acuerdo. Cambios en la cultura política. Lucha frontal contra la corrupción. Sociedad en la que la riqueza proveniera del conocimiento.
El gran golpe para Petro a raíz del escándalo de Nicolás y su ex es, en realidad, circunstancial. Las denuncias provenientes de la misma familia presidencial son devastadoras. Más de lo mismo. Más allá del eje “yo no lo crié” - “no me inmolaré por mi papá”, montado sobre una plataforma de celos con la autoinculpación de la señora Day, vivimos en un país en el que la política está penetrada por el narco hace décadas, mucho antes del 8.000 noventero.
Colombia, ese complejo cuerpo social, económico, cultural viene transitando en la historia movido por los más contradictorios impulsores. La lista es larga. Cultura del enriquecimiento rápido, violencia, incapacidad de convivir con respeto entre las diferencias, drogas y política antidrogas que se refuerzan mutuamente, grupos armados apegados a los territorios por la droga, políticos regionales aliados con ellos. El financiamniento de las campañas políticas, locales o del orden nacional, ha sido una constante.
territorio, de gente creativa, persistente, con enormes deseos de superación. Gente que sale adelante en medio de las adversidades. La inmensa mayoría. No es gratuito el avance de la selección femenina de fútbol
También, por fortuna, Colombia es un país de emprendedores y trabajadores honrados y tenaces, gente que sale adelante en medio de las adversidades. La inmensa mayoría
Como en la física, hay entonces una inercia que es prácticamente imparable, simplemente porque no existe una fuerza que lo pueda hacer. La retórica del gobierno no basta para decretar el fin de la corrupción ni de las mafias, ni menos de la cultura del billete rápido. Y, desde luego, los golpes autoinfligidos, tipo Nicolás y audios de Benedetti, no ayudan. Amén de los temas de gestión, incluidos los incumplmientos.
Mezcla de todo lo anterior es lo que se está viendo, agravado por tratarse de la ostentación del hijo, su disposición a recibir dinero de donantes muy dudosos (y quedárselo, además). Pese a todas las salvaguardas que una campaña pueda tener, los huecos para que el dinero ilícito se cuele, por algún lado, en alguna región, son inmensos.
Lamentablemente, el afán de riqueza rápida seguirá incólume y la corrupción desbordada también. Y qué país complejo: la vida seguirá, el país se seguirá moviendo, la gente seguirá pedaleando con honradez, con o sin reformas, saliendo adelante.