“Con amigos así para qué enemigos”. Me imagino que eso debió pensar Joe Biden cuando conoció el informe de 388 páginas en el que el fiscal especial Robert Hur, puso por escrito las conclusiones de una investigación que le tomó más de un año y cuyo objetivo era esclarecer si el presidente había violado la ley llevándose a casa documentos clasificados (léase secretos) de uso exclusivo de la presidencia. El que finalmente Hur lo exonerara de responsabilidades penales habría representado para Biden no sólo un gran alivio en términos personales sino una auténtica victoria política.
La investigación de Hur se incoó en respuesta a las denuncias con las que la oposición republicana ha respondido a la arremetida de los demócratas en contra de Donald Trump, a quién han acusado de una serie de delitos entre los que sobresalen por su especial gravedad, la autoría del asalto al Capitolio del 6 de enero de 2022 y el haberse llevado a casa documentos clasificados. “Biden también lo hizo” denunciaron los republicanos y si el fiscal Hur lo hubiera corroborado las consecuencias para el actual inquilino de la Casa Blanca habrían sido catastróficas. La tipificación de esta conducta como delictiva habría reforzado el juicio político al que la mayoría republicana de la Cámara de Representantes quiere someterlo por haberse beneficiado de la millonaria trama de corrupción montada por su hijo Hunter, con ramificaciones que se extienden desde Ucrania hasta China.
Pero la alegría le duró poco a Biden, si es que en algún momento la tuvo. Los argumentos empleados por el fiscal Hur para exonerarlo son de tal naturaleza que quizás el presidente hubiera preferido que lo acusara de haber infringido la ley en este caso. Bueno, en realidad Hur si lo ha hecho. Porque en la parte propiamente conclusiva de su informe afirma que él “retiró y reveló intencionadamente materiales clasificados después de su vicepresidencia, cuando era un ciudadano privado”. Pero lo exonera de cualquier responsabilidad penal por este hecho porque “en el juicio, Biden probablemente se presentaría ante un jurado, como lo hizo durante nuestra entrevista, como un anciano comprensivo, bien intencionado y con mala memoria”. “No recordaba, al cabo de los años, ni siquiera cuando murió su hijo Beau”.
Afirmar que, aunque cometió un delito, Biden no es penalmente responsable debido a su estado mental, es poner seriamente en duda su capacidad de dirigir a los Estados Unidos de América
Afirmar que, aunque cometió un delito Biden, sin embargo, no es penalmente responsable por él debido a su estado mental, es poner seriamente en duda su capacidad de dirigir a los Estados Unidos de América, no solo ahora, cuando el país libra en tres frentes guerras que pueden fundirse en una única guerra mundial, sino en el futuro, si es que se sale con la suya y es reelegido en noviembre y permanezca en el cargo hasta 2029. No olvidemos que hoy tiene 81 años bien cumplidos.
Que fue exactamente lo que hizo la periodista de CNN en la rueda de prensa convocada por la Casa Blanca, el jueves 8 de febrero, el mismo día de publicación del Informe de Hur. Cuando le concedieron la palabra, ella empezó su pregunta recordando las afirmaciones del fiscal Hur sobre su “mala memoria”, pero antes de que pudiera seguir, la interrumpió un Biden visiblemente exaltado para repetir varias veces “¡es una opinión!”, “¡es una opinión!”, “¡es una opinión!”. La periodista aguantó el chaparrón y, cuando Biden se calmó, preguntó porque él tenía que ser candidato a la presidencia, siendo que podría haber otros candidatos demócratas a la misma. Biden, que después del ataque de furia se mostró lento y torpe, respondió que “porque soy el mejor”, “el único capaz de concluir el trabajo iniciado”.
Sin embargo, él mismo se encargó de poner en duda su rotunda respuesta, poco después y en la misma rueda de prensa. Fue cuando le preguntaron sobre la Franja de Gaza y en curso de la respuesta afirmo que “Al Sisi de México se había negado a recibir los refugiados palestinos”. Creo que es casi imposible equivocarse tantas veces en una misma frase. Para empezar Al Sisi, o sea Adelfatah Al Sisi, es presidente de Egipto y no de México y si lo fuera poco o mejor nada podría hacer con respecto a los refugiados de la Franja de Gaza, porque México no tiene ni podrá tener jamás una frontera terrestre con la misma.
Inmediatamente después de concluida la rueda de prensa en la Casa Blanca, distintos comentaristas recordaron los numerosos despistes y las muchas metidas de Biden, desde las que cometidas durante la campaña electoral que le llevó a la presidencia, hasta las que ha seguido cometiendo ya en el ejercicio de la misma. Todos ellas han creado una imagen de debilidad mental entre la opinión pública norteamericana que puede resultar fatal en términos electorales. Esa es por lo menos la opinión de David Axelrod, que asesoró las dos campañas electorales de Obama, y quien declaró al New York Times: “Las cosas más dañinas en política son las que confirman las sospechas preexistentes en la gente y esas viajan muy rápido”. Y añadió: “El daño es irreversible… el Informe va al núcleo de lo que ahora está pegando políticamente a Biden, que es el temor generalizado de que no esté a la altura”. Por su parte un congresista demócrata que prefirió el anonimato calificó, en declaraciones para NBCNews, las afirmaciones del fiscal Hur como una “pesadilla”, que ha puesto al partido “en una situación sombría”.
Yo, por mi parte, me echo a temblar cuando pienso que, en medio de la creciente escalada de tensiones de Estados Unidos con Rusia y con China, quien pude dar la orden que desate la guerra nuclear que pondrá fin a la vida humana en el planeta es un anciano al que se le va la cabeza. La dirigencia demócrata tendría que hacer algo para librarnos de esa pesadilla.