El presidente Biden que como candidato se percibía como un hombre correcto, serio, pero más bien tranquilo, ha sorprendido en estos 5 días de su presidencia. Un escritorio lleno de órdenes presidenciales, van 37 en 3 días, es la imagen más difundida en el mundo en estos primeros momentos de su estadía en la Oficina Oval. Le dio un viraje trascendental a las que fueron decisiones del expresidente Trump y puso la pandemia, descontrolada en ese país, y el apoyo a los millones de nuevos pobres como sus principales objetivos de política interna. Pero internacionalmente cambió el panorama al apoyar a la OMS en estos momentos críticos. En fin, es interminable la lista de decisiones presidenciales mientras logra que el Congreso le dé el visto bueno a su equipo ministerial.
El sello que está dejando el nuevo gobierno en Estados Unidos es de acción, con claras prioridades en medio de uno de los peores momentos de su historia. Todo esto enmarcado en los principios de fortalecer su democracia y con el propósito casi imposible de unir a esa sociedad tan fragmentada. Se respira en el mundo, dado el gran poder que conserva este país, un sentimiento de tranquilidad, de confianza, sentimiento que ojalá se generalice en esa sociedad con sectores llenos de eso odio que fomentó el expresidente Trump.
Mientras esto sucede con el presidente Biden en Colombia tenemos al presidente Duque cuyo sello son las palabras, abusando de su gran capacidad de expresión. En lo que va de la entrevista con Julio Roberto Vargas en Caracol salió claramente este sello. Nadie le dijo que una de las fuerzas poderosas de un presidente es dejar hablar, y sobre todo aceptar errores de él y de sus funcionarios, entre otras, para ganar algo que ha perdido: credibilidad.
En medio de semejante crisis por la que atraviesa Colombia cuando esta segunda fase de la pandemia está dejando muertos, enfermos, y una severa crisis económica cuyos impactos aún no se conocen, “todo bien”, dice el presidente. Tiene una justificación para cada problema no resuelto y todo el mundo tiene la culpa menos él y su equipo. Son algunos de sus funcionarios perseguidos por los problemas familiares que no pueden ser problemas de Estado como en el caso de Pacho Santos. Uno de los peores embajadores que ha tenido Colombia en Estados Unidos. Y la nueva Procuradora con su frase "mi gobierno" solo fue sacada de contexto como si los colombianos fueron tontos.
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Duque tiene una justificación para cada problema no resuelto y todo el mundo tiene la culpa menos él y su equipo
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El sello de Duque será palabras, palabras y palabras que solo llevan a generar profundas inquietudes en la sociedad. Demuestran además su incapacidad de tomar decisiones cruciales porque existe, según él, justificación para todo. En esa entrevista de la que falta la segunda parte, se ratifica algo muy serio: el presidente Duque vive en un mundo muy distinto al que viven la mayoría de los colombianos.
Ahora que puede haber la posibilidad de otro novato manejando este pobre país con el problema de que solo sabe hacer negocios, es fundamental que todos los habitantes de Colombia entiendan las consecuencias de caer en manos de la inexperiencia. Es muy demoledor sentir que las grandes decisiones de una sociedad que son las que se toman en la presidencia, están manos de alguien desconectado no solo con la realidad nacional sino con lo que esperan los ciudadanos de su primer mandatario. Reconocer errores para que se crea en sus aciertos es como la regla mínima que todo funcionario aprende. Pero tapar el sol con las manos como si todo estuviera marchando al máximo no solo es inútil sino catastrófico cuando un país vive la crisis por la que atraviesa Colombia.
Desesperación es lo que hemos sentidos muchos ante preguntas claves. Su certeza al afirmar que todo está bien, que no hay necesidad de contarle al país por qué seis países latinoamericanos ya están vacunando y nosotros no, solo termina en mirar aún más su credibilidad. Qué tristeza, mientras Biden se está definiendo como acción, Duque es solo palabras.
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