Lástima que las urgencias no nos hubieran permitido juntar el cumpleaños de Barranquilla con la sin precedentes gesta de la reunión del BID en la ciudad. Aderezada esta última con la del nuevo préstamo por 250 millones de dólares de la entidad filantrópica buitre a la capital atlanticense, para que esta alcance entre 2015-2021 una deuda de 350 millones de verdes.
Una nueva obligación que asumen los barranquilleros mediante la sudorosa gestión de sus recientes (ni tan recientes) administraciones distritales, que de seguro se verán manifestadas en empleo formal (60% de informalidad), diverciudad (cemento, cemento, cemento, etc., cemento), bilingúismo (open the puerta), intervención en los caños (¿de nuevo?), y una que otra ostentosa aparición de apartamentos en Dubái y/o Miami, cuyos arriendos servirán para pagar los intereses de la deuda.
La pobre viejecita usurera, a la manera de sus pares progenitores, ayuda a la pujante urbe, como la llamó en días recientes un serísimo precandidato presidencial, a que se endeude para alcanzar el progreso, como lo viene haciendo mundo y medio desde años sin que ese recorrido parezca tener fin, salvo que aparezca por ahí un irreverente cataclismo social que arrastre con el basurero.
De modo pues que, queridos conciudadanos, motivos suficientes hay para celebrar, seguiremos militando en el club deportivo pagadiario, a falta de uno mejor que nos represente, ya que el del tocayo Luis Amaranto...
Y faltan datos de otros municipios, como los referidos a la deuda con la banca nacional privada.
Te presto, pero me pagas, paputa, decía mi tío Tibo a sus frecuentes gorreros, cuando se agotaba la botella de ron.
A propósito de esto, ¿qué dicen nuestros vicealcalde en el Concejo y vicegobernador en la Asamblea (Toño y Colacho, en su orden)?