Cuando en agosto de 2015 se proclamó en Cartagena el documento que contenía los 16 puntos para mejorar su movilidad, decidí adquirir, con un manojo de dudas, una bicicleta. Cuatro de esos 16 puntos la mencionaba.
Se anunció que el peatón y la bicicleta (punto 2) debían tener prioridad; que la movilidad (punto 3) había que pensarla “desde los barrios…”, con conectividad peatonal por medio de ciclorrutas desde los hogares hasta el transporte público (qué bello); que Transcaribe (punto 4) ha de ser “incluyente”, y ahí entraba la bicicleta; y por último, (`punto 6) se priorizaba la adecuación de andenes, etc, espacios para peatones, etc, las ciclorrutas, etc, y hasta arborización.
Emocionado, comencé a pedalear por todos lados. Montado en mi bici, luchando con taxistas imprudentes, conductores enceguecidos, sparrings insultadores. No desistí, seguí en espera de ver algún atisbo de transformación en la movilidad, que diera relevancia a la bici como lo proclamaba el documento de los 16 puntos.
Lo que sigue, parece una historia de Robert Ripley; Aunque usted no lo crea el “exalcalde pop”, Manolo Duque me devolvió la esperanza. Él mismo, con su teléfono intervenido y su barriga de arzobispo, salió a lanzar su programa “Cartagena pedalea”, cuyo único objetivo era holandizar la ciudad. El programa, como todo lo del “alcalde pop”, fue un fracaso. Hasta un grupo de bicicletas se instaló por meses en la estación de La Bodeguita, para recordar las buenas intenciones de un alcalde pop, hasta que todo se oxidó, incluyendo su administración.
Han pasado dos años y no existe un solo kilómetro de ciclovía que conecte un barrio con una estación de Transcaribe, los andenes elevados, quebradizos, desproporcionados son la pista adecuada para hacer cicloobstaculismo urbano; Transcaribe sigue siendo tan excluyente, impersonal, alejado de cualquier necesidad de sus comunidades, incluyendo la posibilidad de cargar la bici, hasta otros sectores, como se hace en países donde se les hace caso a las recomendaciones de ciertos expertos. ¿Y la arborización? ¿Que qué? Se ven plantas perecidas en poteras pintadas con patéticos personajes y penosos paisajes.
El “Nenukito Surek” no ha hablado de bicicletas en ninguno de sus dos nefastos periodos, su aberración de momento es que los corruptos “se van a joder”. Comenzó a reducir las Obcene Public Stealing, OPS, por sus siglas en inglés, y que, al parecer, los mismos traductores de las guías ubicadas en ciertos monumentos, tradujeron como Orden de Prestación de Servicios. ¡Traduttore, traditore!
El “Nenukito Surek” no ha hablado de bicicletas
en ninguno de sus dos nefastos periodos,
su aberración de momento es que los corruptos “se van a joder”.
Ahora que se avecinan las elecciones, ninguno de los candidatos arrasadores habla de bicicletas ni de ciclovías, ciclorrutas, ciclopaseos, ciclotransporte. Se habla solo de la ciclocorrupción, que ya pasó y la noche que llega.
De esos 16 puntos, el número12 establece que hay que ejercer control sobre el mercado del transporte informal… ¿Qué sería de esta ciudad sin los colectivos de Avenida, Bosque, Manga, Daniel Lemaitre, El Amparo, Terminal, Pozón, etc, o los Jeep Car Service (mal llamados carrolocos), que ante la ausencia de rutas, (lleva años), prestan un servicio a las comunidades de Lemaitre, Torices, Santa Rita, Petares, Lomas de Peyé, Canapote, y sectores aledaños. Sobre esos transportes, no se ejercen control de nada, que es la omisión que las autoridades implementan para promoverlos.
El tamaño y avance del transporte informal (no hemos mencionado bicitaxis, motocarros, mototaxis, private car) en Cartagena, es el mejor ejemplo que una ciudadanía activa que busca resolver los problemas de la urbe, que son competencia de sus malos gobernantes, quienes soslayan con la habilidad de mantero de corraleja, una situación que se ve todos los días en las calles. Deberían dar un premio a los ciudadanos de Cartagena por todo ello, pero aún se sigue pensando que no hay ciudadanía. Lo que no hay, ni habrá por las calendas que siguen, son gobernantes que quieran en 9 meses, construir, por lo menos, los pilares necesarios para que la ciudad no se derrumbe.