Es increíble, 20 años después de su estreno, la creación de Fernando Gaitán sigue ocupando lo más alto del rating nacional con 14 puntos. La razón de su éxito es una sola: los colombianos nos sentimos identificados con Beatriz Pinzón Solano, no solo por fea sino por corrupta. Una pena ver cómo esta alma pura empieza a ser moldeada a su antojo por una familia más pudiente que ella. O sea, el mensaje que deja la novela no puede ser peor: Betty era una mujer incompleta porque le hacía falta maquillaje y bailar las canciones de moda, si quería estar en la onda debería maquillarse y someterse las mismas perversiones de los empresarios exitosos de este país de cafres.
Por eso el pico de rating empezó a pronunciarse cuando ella presentó las cuentas verdaderas de Ecomoda. Las maquilladas de informes previas que presentó en varias juntas directiva fueron un caramelo que toda Colombia se chupó con gusto. “Wow, no era tan bobita la feita”, dicen los entusiastas que aplauden a rabiar esa maldita malicia indígena que nos distingue de los países civilizados. Ese fue el capítulo más esperado. Yo no niego que la serie siga manteniendo una gracia que muy pocas producciones colombianas pueden mantener, fuera de mi pensar eso, es una genialidad esta novela, pero la genialidad de Fernando Gaitán estriba en su capacidad de observación: en Betty está condensado lo peor y lo mejor del colombiano promedio.
Está bien verla, lo que no está bien es creer que ella es una especie de heroína como muchas feministas locas e ilógicas están intentando vender. Eso de crear empresas ficticias, por favor, y además para salvar a un perro asqueroso como don Armando, un arribista gritón, en quien yo también veo reflejado lo peor de la cachaquería bogotana.
Beatriz alcanza su mayoría de edad en la historia cuando considera recibir plata para aceptar un contrato, una millonada. Pobre don Hermes, tan bien que crió a la muchacha para que se fuera a torcer de esa forma. No hay derecho. Además, para acabar con los antivalores de Betty, se mete con un man que se va a casar y le quita el novio a Marcela. ¿De verdad es una heroína Betty?
Yo, si fuera papá, acompañaría a mi hija a ver la novela para enseñarle qué es lo que no tiene que hacer si quiere ser una persona correcta. Betty es un personaje infame, es todo lo que no debemos ser y también es, sobre todo, todo lo que es un colombiano de bien, de esos que quieren mejorar su posición social a costa de lo que sea.