El embajador de Colombia en Venezuela Armando Benedetti acaba de ser visto en Madrid, de paseo en pleno verano español, después de haber logrado que el Presidente Petro aceptara aplazar su renuncia hasta el 19 de julio, contraviniendo incluso la decisión del canciller Álvaro Leyva de hacerla efectiva al día siguiente de sus explosivas declaraciones en las que enlodó la campaña presidencia y luego al gobierno en ejercicio.
Con esta decisión conserva la potestad de tener pasaporte diplomático y con ello poder desplazarse cómodamente y con privilegios por el mundo, tal como acaba de hacer para asistir al grado de su hijo en España, y no exactamente en funciones diplomáticas.
Desde que estalló el escándalo con el que sacó la campaña del Presidente Petro revelando una posible financiación ilegal y que además dejó en evidencia posibles irregularidades disciplinarias suyas como embajador respecto de los protocolos de la Cancillería, Benedetti ha seguido tranquilo como si nada.
Su relación es tan cercana con el Presidente Petro gracias a su rol en la campaña presidencial que el embajador se siente blindado frente a cualquier actuación suya, así sea aún funcionario público. No le responde a nadie y al parecer al anunciado empalme con el nuevo embajador ya nombrado es poco el tiempo que le dedica, porque lo suyo es ante todo la vida sabrosa como la publicita en su Instagram.